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El Servicio de Cambio Climático de Copernicus (C3S), financiado por la UE, y la Organización Meteorológica Mundial (OMM), organismo especializado de la ONU, han hecho público un informe señalando que, según los datos de ERA5 (www.ecmwf.int/en /forecasts/dataset/ ecmwf-reanalysis-v5), el mes de julio pasado    fue el más caluroso registrado hasta el momento. Las altas temperaturas padecidas son consecuencia de las olas de calor que han afectado a gran parte de América del Norte, Asia y Europa y que, según el profesor Petteri Taalas, secretario general de la OMM, son, lamentablemente, la dura realidad del cambio climático y un anticipo del futuro. Carlo Buontempo, director del C3S, añadía que las emisiones antropogénicas son, en última instancia, el principal impulsor de estas temperaturas en aumento, afirmación compartida por la red científica World Weather Attribution (WWA) al concluir recientemente que las olas de calor habrían sido casi imposibles sin el efecto de las emisiones de gases de efecto invernadero de origen humano.

En la presentación del citado informe, el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, alertaba de que, según los expertos, las altas temperaturas, junto con los incendios forestales en países como Canadá y Grecia, están teniendo un gran impacto en la salud de las personas, el medio ambiente y la economía. Es un verano horrible para todas estas zonas y un desastre para todo el planeta, por lo que la necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero es más urgente que nunca y la acción climática no es un lujo, sino una obligación.

En las islas, territorios especialmente vulnerables al cambio climático, incendios como los sufridos por Rodas o Corfú y la degradación de las costas producida por los cambios bruscos de temperatura, las precipitaciones extremas, y las olas de un mar cuyo nivel aumenta acelerando la erosión, podrían afectar además, de manera significativa, a nuestro principal sector económico: el turismo.

El calentamiento global es un hecho sobre el que existe un sólido consenso científico, y el mayor reto al que nos enfrentamos a nivel mundial. Para los científicos es también inequívoco que la intervención humana tiene la culpa. Se trata de un problema real grave y no de una opción ideológica. Este es el error que cometen los negacionistas climáticos, por ello no es una buena idea apoyarles para que gobiernen y puedan tomar decisiones en contra de las evidencias científicas porque, más allá de adaptarse a la nueva realidad de este verano, está la necesidad desesperada y urgente de acometer acciones mirando al futuro, para abordar eficazmente una crisis que supone una amenaza existencial para la humanidad.