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Hay una medida extraordinariamente positiva que la izquierda ha posibilitado en Baleares y que espero que el PP no elimine. Porque gobernar significa pensar en la gente y facilitarle la vida, con decisiones que además tienen multitud de efectos colaterales beneficiosos. Me refiero al transporte público gratuito, que en nuestras islas se aprobó para todo este año con cargo, además, a los Presupuestos Generales del Estado gracias a una enmienda del PI y Coalición Canaria. El tren, el metro y los autobuses del TIB y de la EMT no son de pago para los residentes con tarjeta intermodal o tarjeta ciudadana, lo que excluye, muy acertadamente, a los turistas.

Pocas iniciativas me parecen más plausibles y eso que no soy usuaria habitual porque me resulta imposible conectar. Baleares tiene un territorio limitado y saturado de vehículos. Si de verdad se quiere reducir la contaminación ambiental, los atascos y el riesgo de accidentes, nada mejor que potenciar el transporte público como alternativa al vehículo privado. La gratuidad incentiva, sin duda, y da respuesta al derecho a la movilidad de las personas. Los desplazamientos son necesarios para muchos ciudadanos para el ejercicio laboral, para hacer la compra, para relacionarse, para llevar a los hijos al colegio o a extraescolares o para mil historias más.

De hecho, el transporte facilita la conciliación familiar con adolescentes que tienen madurez y autonomía para moverse sin que los padres tengan que ajustar agenda y bolsillo. Más de 320.000 personas cuentan con la tarjeta intermodal, un 164 % más que en 2019, dejando al margen la anormalidad de la pandemia. El crecimiento es notable. El 43 % de los usuarios son niños (13,6 %) y jóvenes (casi 30 %). En 2022 se registraron más de 22 millones de viajes en transporte público interurbano, un 35,5 % más que en 2019. En el caso de la EMT, solo en los 5 primeros meses de 2023 se han incrementado los pasajeros en 6,2 millones, alcanzando la cifra de casi 20 millones, un 45 % más que en el mismo periodo de 2022.

El récord de viajeros evidencia la necesidad de uso y el acierto de la gratuidad, que debería mantenerse de forma permanente para los residentes, con prioridad absoluta para los menores de 18 años y para las personas mayores. Y gracias al PI, ese partido que se ha quedado sin representación parlamentaria en los últimos comicios autonómicos, a Baleares no le ha costado un euro. Pedro Sánchez anunció el pasado viernes la inclusión en su programa de la gratuidad del transporte público hasta los 24 años. Fantástica medida.

El siguiente paso es la mejora de la red, es decir, incremento de trayectos y frecuencias para que la conexión entre municipios no sea una odisea. Y que se reparen los 82 autobuses que hay averiados en la EMT o la gratuidad no servirá de nada.