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La inmigración no es un fenómeno exclusivo de Europa. Al contrario, países como Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita dependen en gran medida de la mano de obra extranjera para mantener sus economías en funcionamiento. Según datos de la ONU, en Emiratos Árabes Unidos reside un asombroso 93,91 % de inmigrantes, mientras que en Arabia Saudita el porcentaje es del 38,43 %. Estas cifras demuestran que la inmigración desempeña un papel fundamental en el desarrollo y funcionamiento de estas economías.

Sin embargo, cerca de aquí, la realidad cambia y el discurso también. Según la agencia de empleo alemana, el déficit de trabajadores está entre 360.000 y 380.000 por año y se prevé que aumente hasta 500.000 para finales de la década. El golpe a la competitividad llega en un momento nefasto.

El discurso político actual en relación con la llegada de trabajadores inmigrantes es preocupante y está plagado de falsedades, hipocresía y una visión cortoplacista. Se nos ha intentado convencer de que la inmigración es una amenaza para nuestras economías y nuestras sociedades, pero esta narrativa no se sostiene con la evidencia actual.

Uno de los argumentos utilizados para justificar estas restricciones es que los trabajadores inmigrantes quitan empleos a los nativos y generan competencia desleal. Sin embargo, numerosos estudios han demostrado que la llegada de inmigrantes no tiene un impacto negativo en el empleo de la población local. De hecho, la inmigración puede contribuir a dinamizar la economía y generar nuevas oportunidades laborales.

En Europa, la escasez de mano de obra es un problema cada vez más acuciante. Se estima que el continente pierde alrededor de 30.000 millones de euros anuales debido a la falta de trabajadores.

Resulta evidente que el discurso político actual sobre la inmigración está plagado de hipocresía. Mientras algunos países critican y restringen la llegada de trabajadores inmigrantes, en Europa dependen de ellos en sus propios territorios. Esta contradicción se demuestra en mi búsqueda frustrada sobre los datos de la necesidad del mercado español de la mano de obra. Solo encontré datos generales a nivel continental y de Alemania. Por eso, el país germano ya se ha puesto las pilas y está flexibilizando su ley de extranjería, firmando acuerdos en países de origen y creando oficinas de empleo en 8 países fuera de la Unión Europea, además de reducir los años necesarios para conseguir la nacionalidad alemana. Aquí, a los sindicatos no les interesa abrir ese debate de contratar mano de obra de fuera, porque según ellos, si viene gente de fuera, perderán poder de negociación. Mientras tanto, vamos a ver cómo será el mercado laboral este verano en Baleares.