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Incapaz de enfrentarse a su abultada derrota electoral, y de siquiera cumplir su compromiso con los votantes socialistas que, pese a todo, quisieron mantenerle su apoyo el 28-M, Francina Armengol huye a Madrid dejando su partido hecho unos zorros y sin un liderato alternativo con el que encarar la labor propia de la oposición en una legislatura muy dura para toda la izquierda balear.

Armengol se siente profundamente humillada por el repaso democrático que le suministró el electorado premiando con una holgada mayoría a quien ella ha venido despreciando a lo largo de toda la campaña, la popular Marga Prohens.

Este es el nivel. Cuando lo que dice el pueblo no me gusta, al pueblo que lo zurzan, que me voy para otra parte a tratar de seguir viviendo del contribuyente.

Por supuesto, la inquera cree que el resultado cosechado nada tiene que ver con ella, que lo ha hecho fenomenal, y que todo esto responde a una injusticia orquestada por la derecha extrema y la extrema derecha, qué cosas. De asumir culpas y errores, dimitir y ponerse a trabajar como el resto de la ciudadanía, ni mención.

Pero, aunque ni Armengol es Jean Seberg, ni Pedro Sánchez Jean-Paul Belmondo, la escapada tiene todos los visos de terminar de mala manera, como en la obra de Godard. La más leal baronesa autonómica del presidente del Gobierno, la única que ha engullido sin rechistar y defendido a capa y espada las leyes de Irene Montero y resto de disparates e incoherencias del sanchismo, sin elevar ni una sola vez la voz, está dispuesta a amarrarse al mástil del Titanic con su amado líder e inmolarse junto a él. Hay amores que matan.

Quizás Armengol piense que alejarse del epicentro del ‘caso Puertos’ disuada a quienes acusan e investigan esta causa de hurgar en los detalles de su supuesta intervención en los hechos enjuiciados, ahora que va a dejar de gozar de las prerrogativas propias de la presidencia del Govern. Llámenme malpensado.

Todo friki simpsoniano sabe que «Multiplícate por cero» es la expresión favorita de Bart Simpson cuando quiere deshacerse de su resabida hermana Lisa. La verdad es que los ciudadanos progresistas de Balears se han visto ominosamente multiplicados por cero a lo largo de toda la legislatura en el Congreso, gracias a próceres como el diputado socialista Pere Joan Pons, de quien se ignora toda intervención en la cámara en defensa de los intereses de los ciudadanos de las Islas. Para ser justos, en su ficha del Congreso figura que su actividad durante la legislatura ha consistido en efectuar tres preguntas a la corporación RTVE y tres intervenciones en el estrado de 7, 5 y 3 minutos, respectivamente. Ahora que Armengol ha decidido tomar las de Villadiego con destino a la corte, el PSIB amenaza con desterrar a Pons al Senado, barajándose que comparta ese honor con el todavía alcalde en funciones de Palma, José Hila o incluso con Cosme Bonet. Definitivamente, los socialistas están convirtiendo la Cámara Alta no tanto en cementerio de elefantes, como en la Santa Elena de sus políticos fracasados. No creo que España ni el propio Senado merezcan que se premie con semejante bicoca a quienes han demostrado con creces su ineptitud para la gestión de los asuntos públicos y los intereses del conjunto de la ciudadanía.