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La campaña electoral se ha convertido en una feria de charlatanes, en la que todos compiten por prometer lo que no pueden cumplir, por mentir a la cara de los electores y por ofrecer lo que saben que no están en disposición de dar. Y tal vez lo entendería si esta situación se circunscribiera a todas aquellas formaciones que saben que no van a gobernar y se aprovechan de su escasa representación para 'vendernos' un catálogo de medidas sociales que son simplemente 'humo'. Francina Armengol, sin ir más lejos, nos promete ahora la creación de una empresa pública de suelo, que no es otra cosa que un nuevo chiringuito, y una inversión de 250 millones en vivienda, como si no hubiese tenido ocho largos años para intentar solucionar este gravísimo problema, del mismo modo que anuncia un plan para mejorar la atención primaria, con 150 millones de euros, después de haberla convertido en un desastre, y así hasta el infinito. Pero no es la única, porque en carrera de despropósitos nadie se queda atrás, pero olvidan que los ciudadanos tienen memoria.