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Cuando en diciembre de 1991 la URSS dejó de existir, se escribieron miles cuando no millones de páginas, imaginando el nuevo orden mundial y quien iba a gobernarlo. Claro que entonces China no era importante a escala mundial. Francis Fukuyama predijo el fin de la Historia con el triunfo de la democracia liberal sobre el comunismo. Ya no habría más enfrentamiento ideológico. Fukuyama se olvidó de la geopolítica porque la lucha por el poder es tan peligrosa o más que la ideológica.
En torno a la invasión de Ucrania asistimos a una lucha descarnada por el poder a escala mundial con intereses contrapuestos. La aparición de China en el conflicto me parece una buena noticia aunque las motivaciones chinas son muy distintas de las europeas. China y Rusia quieren acabar con el antiguo orden mundial en el que la OTAN y EEUU, secundados por la UE, imponían las reglas.
China es ya una potencia mundial sin haberse debilitado políticamente gracias a la organización del partido comunista chino que de comunista no tiene nada. Es solo una estructura de poder autoritario. La Rusia de Putin está muy debilitada y sueña con recuperar el papel de la URSS, pero no tiene ninguna estructura política que dé soporte al poder dictatorial de su presidente. Es puro poder personal.

Por otra parte, una disputa electoral entre Donald Trump con 79 años en noviembre de 2024 y Joe Biden con 82 en la misma fecha nos puede llevar a un presidente electo perseguido por la justicia o a otro mermado en sus condiciones físicas o intelectuales. Difícil liderar el mundo desde la intransigencia o desde la incapacidad.

La UE sigue sin resolver un dilema hamletiano. ¿Quiere o no quiere ser una potencia política además de una gran potencia comercial y económica? La guerra de Ucrania ha desatado una corriente de solidaridad inaudita entre los europeos para defender a ese país de la agresión, pero no puede ir mucho más allá del suministro de armas e instrumentos para la defensa porque no tiene una estructura política adecuada para hacer frente a estas situaciones, salvo con la imposición de sanciones.

La intervención de China como aparente mediador en el conflicto es muy interesante. Es obvio que su aspiración última es contrarrestar o sustituir a Estado Unidos en su liderazgo mundial, pero si consigue un alto el fuego permanente en Ucrania que permita discutir sobre el futuro del país, bienvenida sea.

El peligro de un orden mundial dirigido por China y secundado por Rusia es evidente. Son autocracias que no respetan los derechos humanos ni las libertades democráticas. La estabilidad mundial estaría en peligro. Por eso, la UE tiene que dar un gran paso hacia adelante para convertirse en un actor político global, con capacidad de disuasión, con las modificaciones institucionales que sean precisas.