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Las novias duran poco, pero a cambio, las exnovias duran para siempre. ¿Qué enseñanza o utilidad se puede extraer de esta afirmación incontrovertible? Ninguna, desde luego. Ahora bien, puesto que a efectos culturales no hay nada más interesante y valioso que las cosas inútiles, que es donde está la sabiduría, intentaré añadir algo. Sobre el polémico asunto de la duración, una de la obsesiones más antiguas y duraderas de la humanidad. Sea bueno, malo o indiferente, la primera pregunta es cuánto durará eso. ¿Cuánto durará el Gobierno? ¿Y el petróleo? ¿Cuánto me durará este trabajo? El hielo polar tiene los días contados, como los periódicos de papel, y dicen que las hipotecas pueden durar toda la vida. La duración es el factor fundamental de cualquier cosa, y la mayoría, sean tragedias o amores, se valoran por lo que duran. De ahí que durante la pandemia se nos informara a diario de lo que estaba durando la pandemia, y ahora de lo que ya está durando (y lo que durará) la guerra de Ucrania. O la sequía, o la inflación de los alimentos. Las películas y las crisis financieras cada vez duran más, mientras los encendedores y bolígrafos duran menos, igual que los sueldos, las opiniones y las creencias. Que algunas cosas duren tanto y otras tan poco, es lo que genera ansiedad y estresa a la gente, razón por la que le duran más las angustias y depresiones. El problema de medirlo todo por su duración (jornadas de trabajo extenuantes) es que, a diferencia del tiempo, que es algo muy exacto, la duración es siempre una magnitud volátil, subjetiva y bastante abstracta, de modo que lo que a unos no les dura nada, y les provoca melancólicas reflexiones sobre la fugacidad de la vida, a otros esa misma cosa se les hace eterna. Intuyo que aquí tal vez vendría bien ese primer ejemplo de las exnovias, aunque claro está, no sabría decirles por qué. El caso es que la duración tiene que ver con el tiempo, pero sólo de refilón, digamos de un modo sutil. Ahora mismo tengo la sensación de que este párrafo ya está durando demasiado, y que deberíamos dejar de valorar todas las cosas por su duración. Es una manía nefasta. Al fin y al cabo, únicamente las exnovias duran para siempre.