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Se veía venir, acaso porque la rumorología ya había ido sembrando la certeza de que Joe Biden se iba a presentar para repetir como presidente de EEUU por el Partido Demócrata. Así que no ha habido sorpresa como no la hubo respecto a las intenciones de Donald Trump de ser el candidato republicano para repetir como inquilino en la Casa Blanca. Quizá lo que sí es noticia es que ninguno de los dos posibles candidatos levanta entusiasmo en el grueso del electorado, ni siquiera entre los suyos.

No es que Trump sea solo un candidato controvertido sino que su manera arbitraria de actuar provoca incertidumbre y siembra de negros presagios el futuro inmediato de su país. En cuanto a Biden la suya es la historia de una decepción. Muchos le votaron pensando que era la única manera de quitarse de encima a Trump y confiando en que devolviera a la Presidencia la institucionalidad que le había restado su antecesor. Pero lo cierto es que la gestión de Biden ha sido decepcionante tanto a nivel de su país como en lo que se refiere a su política exterior. Biden no es lo que parecía ser o acaso lo que tantos creyeron que sería. Pero no solo él, sino que su vicepresidenta Kamala Harris ha resultado igualmente decepcionante. De manera que la repetición del ticket electoral supone más de lo mismo.
Dirán ustedes que allá lo que voten los ciudadanos norteamericanos, pero lo cierto es que quien manda en la Casa Blanca pone en marcha políticas que nos afecta al resto de los países del mundo occidental.

Naturalmente desde las filas republicanas, al igual que desde las demócratas, saldrán otros candidatos a disputarles tanto a Trump como a Biden la designación para la puja por la Casa Blanca. Lo que está por ver es si alguno de los candidatos logrará contar con apoyos suficientes para desplazar al uno y al otro.

Sí, Occidente se juega mucho cada vez que los norteamericanos tienen que elegir presidente. Por ahora no es una buena noticia que el futuro se dilucide entre Donald Trump y Joe Biden.