Hablamos poquísimo de la muerte. Cada vez menos. Es una cuestión a la que pasamos siempre por encima, con disimulo, como si no fuera con nosotros. Con palabras de falso consuelo. Y tiene gracia, pues con lo preocupados que estamos todo el santo día por el futuro, en tenerlo asegurado y otras chorradas, no estaría de más prestarle un poco de atención de vez en cuando. La muerte es el único futuro que tenemos asegurado. Pero claro, no es un futuro nada apetecible, excepto para aquellos que no tienen demasiado apego a la vida. Yo –me imagino que se tratará de una deformación profesional– no puedo evitar considerar la muerte de una forma muy medieval, y cuando siento su presencia cerca, sólo puedo verla como un esqueleto que sonríe entre dientes al tiempo que merodea con su guadaña esperando el momento del triunfo.
El bien morir
Palma26/04/23 0:29
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