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The Mallorca files es una serie de la BBC que ha triunfado en medio mundo. En ella, una pareja de policías, inglesa ella y alemán él, resuelven crímenes internacionales en una Mallorca con un patrimonio paisajístico y arquitectónico espectacular. Tal fue la impresión que causó la serie, que se organizaron rutas turísticas para visitar las localizaciones. Incluso, algunos seguidores de países remotos, dudaban de la existencia de esa isla tan maravillosa, y tal vez tenían razón.

La Mallorca que se nos presenta, de mallorquina, no tiene nada. Se ve que el tópico español ha primado sobre la correcta documentación que se presume en una entidad de prestigio, como es la televisión pública británica. En algunos episodios se presenta la isla como una tierra de toreros y criadores de toros en latifundios. Unos pueblos en los que sus habitantes bailan flamenco por las calles. Unos nativos, con nombres de culebrón venezolano, que responden más al cliché de las mafias latinoamericanas que a los naturales de cualquier país mediterráneo. Todo ello amenizado con la típica música de guitarra que identifica lo hispano para los ignorantes de las distintas culturas territoriales que integran el Estado español. Un escenario de lujo para el despropósito argumental y referencial. Ni la Mallorca tradicional, ni la multicultural, responden a ese esperpento.

La verdad es que esa farsa no me extraña. Me paseo por las calles de Palma y veo suvenires llenos de vestidos típicos andaluces para niñas. Abanicos y postales con la imagen de la catedral y un par de bailaores de sevillanas copando todo el espacio. Multitud de cachivaches que ponen «Recuerdo de Mallorca» y reinciden en el tema de toreros y flamenco, la mayoría, Made in China. Ya ni insisto en los espectáculos de hotel…

Y mi pregunta es: ¿Qué opina el Govern balear de ello? ¿Qué opina el Consell de Mallorca? ¿Qué opina la Mallorca Film Commission? ¿Es esa la imagen que quieren dar de nuestra isla y sus habitantes? Si las instituciones de autogobierno no intervienen para garantizar unos mínimos de veracidad, ¿para qué sirven? El turismo es fundamental para nuestra economía, pero su promoción no tiene porqué representar un tópico extravagante que nada tiene que ver con nosotros.