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Los grandes colectivos humanos que han logrado peso y han durado en el tiempo han tenido sus vicisitudes históricas. Hay una rama del saber que se llama Filosofía de la historia (que no Historia de la filosofía), y de la que el italiano Vico, el alemán Hegel, el británico Toynbee, el estadounidense Niebuhr han sido grandes cultivadores. Todos coinciden en haber concebido la historia como itinerancia de contrastes.

Muchos grupos humanos han experimentado el pase del pódium al cadalso y viceversa, siendo retenidos intermitentemente como triunfadores e influyentes y como víctimas y cancelados. En el caso concreto del grupo cristiano, su historia registra tres situaciones distintas: situación de seguidores (de Jesús), de perseguidores (de herejes), de perseguidos (los mártires).

Quizá ya no se persigan herejes, pero todavía se masacran cristianos. Un reciente informe de la organización internacional Open Doors revela que más de 360 millones de cristianos han sufrido persecución en todo el mundo; en su último ‘Informe de la Lista Mundial de la Persecución’ señala que la cifra de cristianos perseguidos «supone un aumento de 20 millones respecto al año pasado», cifra que representa uno de cada siete cristianos en el mundo, el nivel anticristiano más alto en los últimos 29 años; la mayoría de estos casos se ha dado en Asia, en donde 2 de cada 5 cristianos son acosados.