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El lunes pasado, nuestra ministra de Educación, Pilar Alegría, en rueda de prensa, cuando se encontraba condenando las manifestaciones franquistas que habían tenido lugar el día anterior, dijo que «lo que hemos visto y descubierto en ciertas manifestaciones que este domingo se producieron en distintas ciudades de España…». Es evidente que la ministra del gremio quiso decir produjeron, pero le salió otra cosa. La misma que balbucean los menores cuando están aprendiendo a hablar. Todos cometemos lapsus linguae, pero no todos somos ministros de Educación. Si rectificar es de sabios, sabia sería la ministra si advirtiera el despiste y corrigiera el error. Sin embargo, la política a la sazón, ni enmendó, ni corrigió, ni pareció ser consciente de la falta.

La inmaculada diplomatura en Magisterio de la alegre ministra maña -una diplomatura que todavía no ha podido ejercer-, tenía que haber sido razón suficiente como para darse cuenta del error y enmendar su gramática. Sin embargo, su «producieron» no fue corregido ni al momento, ni con posterioridad. Quizás la intención de la ministra fuera generar un neologismo. Ya sabemos que los nuevos vocablos reiterados y repetidos terminan incorporándose a los idiomas y aceptándose por las academias oficiales. Aunque en estos momentos, en la Real Academia Española (RAE), la ministra titular no está produciendo muchas alegrías en una buena parte de los académicos, sobre todo cuando han visto el borrador que ha presentado para la futura Selectividad. Un borrador que ni limpia, ni fija, ni da esplendor. Si en su día fue el ministro de Consumo, Alberto Garzón, el que dijo aquello de «las leyes que hemos proponido» del verbo proponer, ahora es la de Educación la que nos presenta una variante del verbo producir. Para que luego digan que no tenemos ministros creativos. ¡Qué alegría!