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Sabrán por los westerns que los indios norteamericanos de las Grandes Llanuras eran muy hábiles en la comunicación por señales de humo, dominaban el fugaz alfabeto de la humareda, y algunas naciones como los kiowas, los crows y los sioux, incluso variaban el color del humo (del contexto) con el uso de diversas maderas, ramaje y hojarasca, así como su grado de humedad. Sin embargo, no fueron ellos los que inventaron las señales de humo, pues ya los chinos en la Gran Muralla, siglos antes de Cristo, utilizaban este procedimiento de forma esquemática (mensajes cortos) para avisar de ataques y peligros. En cualquier caso, lo que ahora nos interesa destacar es la pervivencia de este sistema de comunicación, y su gran actualidad con instrumentos y herramientas modernas, ya que este lenguaje es el único que permite enviar mensajes mientras simultáneamente se generan grandes cortinas de humo, a fin de encubrir y disimular algo. Cierto que nuestros dirigentes políticos no son tan diestros como un guerrero kiowa ilustrado, pero lo compensan con instrumentos más avanzados que una hoguera en un altozano, y la manta del caballo. La televisión y los móviles, por ejemplo. Partidos políticos, portavoces y hasta el propio Gobierno, ampliando y exasperando el concepto de señales de humo, envían a diario mensajes (¡Nos atacan!), arengando a los suyos o insultando al enemigo, mientras al mismo tiempo levantan grandes humaredas de distracción. Humo negro, con mucha hojarasca, nada de la sofisticación sioux. La presidenta madrileña y la ministra de Igualdad son especialistas en encender hogueras y matar dos pájaros de un tiro. Mandan el mensaje mientras crean una eficaz cortina de humo. La gente cree que siempre la están regañando, pero no. Se trata de una actualización del antiguo lenguaje de las señales de humo, que inventaron los chinos en la Gran Muralla, y luego popularizaron los indios. Y como esta es la era de la comunicación, y las humaredas están conectadas, «todo es humo, todo es vanidad» (Eclesiastés). Hasta el Gobierno aprovecha sus mensajes para crear cortinas de humo. Y mira que tiene siglos este sistema de comunicación.