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Desde que en 1798 el clérigo anglicano pirado Thomas Malthus publicó su célebre Ensayo sobre el principio de la población, en el que profetizaba la extinción de la humanidad por sobrepoblación y falta de recursos alimenticios para antes de finales del siglo XIX, los problemas demográficos se han diversificado mucho. Pero aunque el maltusianismo pronto fue el hazmerreír del mundo, en los últimos cincuenta o sesenta años, cuando se hablaba de crisis demográficas, siempre nos referíamos a que somos demasiados, sobra gente, no cabemos, el planeta no da más de sí.

De ahí la necesidad del control de la natalidad, al que luego se agregó, en un nuevo giro maltusiano, el rechazo racista a la inmigración, porque definitivamente, aquí ya no cabe ni uno más. Sin embargo, ahora que se ha vuelto a poner de moda en España la crisis demográfica, y hasta tenemos un ministerio de Ecología y Reto Demográfico, de lo que hablamos es de despoblación. La España vacía y desolada, pero con notable presencia política. Que yo recuerde no la ha vaciado nadie, sino que nunca se llenó, aunque eso es lo de manos.

La cuestión es que cuando no es sobrepoblación es despoblación, nunca llueve demográficamente a gusto de todos. Qué ciencia tan aviesa. Y ahora en España hemos inventado el maltusianismo al revés, y falta mucha gente en el despoblado cogollo central. Porque están todos en Madrid, me figuro, con la sobrepoblación que eso conlleva. ¿Y cómo se puede evitar que la gente despueble algunos sitios y se hacine en otros, naturalmente sin recurrir al uso de la fuerza bruta? Ah, ni idea. Ignoro como se afrontan los retos demográficos, incluido el envejecimiento de la población que, dicen, hará inviable el sistema de pensiones. De hecho, siempre me abrumó la demografía.

El Gobierno sin embargo parece tenerlo claro, pues no sólo ese ministerio del reto anunció ya unas 130 medidas, sino que al parecer se van a dedicar 3.800 millones a combatir la despoblación. No mucho, considerando lo que se embolsa la baronesa Thyssen, llamada Tita, por alquilarnos unos cuadros. Lo que me extraña es que la despoblación se combata con dinero, y no con emigrantes, como hicieron en EE.UU con sus carreras de carretas. Pero bueno, yo no sé nada de demografía. Igual es cierto que el dinero todo lo arregla.