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Estaba escondido bajo una mesa en una sucursal de Correo de Vallecas, desde donde observaba a una pareja de mediana edad sentada ante sus respectivos ordenadores introduciendo datos personales. Correspondían a personas censadas en Madrid, de las que habían comprobado no habían votado nunca. Unos metros más allá, dos jóvenes introducían en sobres la papeleta del PSOE del voto por correo de los seleccionados y las introducían en sacas oficiales.

Visiblemente agotados por varios días de dura faena, hicieron un alto. «Estos pardillos de derechas no saben lo que es tener de jefe de Correos a un compañero dispuesto a echar una mano cuando hace falta», dijo el mayor de los cuatro. «Se creían que lo nombraban para hacer un favor a un amiguete y que se iba a limitar a cambiar el logo y a cobrar» , dijo otro burlón. «Si conseguimos acabar el trabajo de los sesenta mil sobres, que es lo que ha calculado Tezanos para cerrar el paso a las fuerzas de Colón, podremos estar orgullosos», aportó el otro. «A ver si lo bordamos como el tocomocho de las cartas con las balas, aunque hay que ser conscientes de que nos la estamos jugando» , advirtió el sesentón. «Todo sea por frenar el fascismo y garantizar nuestra vida laboral» , añadió la mujer.

Ya estaba todo preparado para que el día en que se volcaran las sacas del voto por correo se sumaran las que estaban a punto de acabar de llenar. Emocionado pensando en el servicio a la patria que iba a hacer al llevarle a Inda la cinta que estaba grabando, se me cayó el aparato y el ruido alertó al comando del pucherazo. Se abalanzaron sobre mí, el canoso me apunto con una beretta 92X y les dijo a sus compadres: «Me lo tengo que cargar, nos ha visto la cara» .

En ese momento mi perro, asustado al oírme gritar y verme acurrucado debajo de la cama, me despertó con sus nerviosos ladridos. Me avergoncé de mi sueño. ¿Cómo podía ocurrírseme semejante barbaridad de manos de un Gobierno de progreso? Una cosa era copiar una tesis, engañar en una campaña prometiendo lo contrario de lo que iba hacer, utilizar el CIS para orientar el voto, pactar con los malos y rendirse ante ellos, hacer un arte de la gestión de la mentira, atizar el odio… pero ¿un pucherazo…? Soy un facha onírico.