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Si yo fuera del Pacto de Progreso, aunque sus activistas no lo llaman así y prefieren en su lugar la tontería de “Acuerdos por el Cambio”, estaría preocupado. Es verdad que los cien primeros días no sirven para analizar nada seriamente. En eso estaremos todos de acuerdo. Sin embargo en este caso se nota algo inédito que no existió en ningún primer centenar de jornadas de cualquier otro Govern, Consell de Mallorca y ayuntamiento de Palma. La insólita novedad es que en los tres ámbitos de la nueva mayoría política se ha dejado claro a los ciudadanos, en tan corto espacio de tiempo, que existen problemas serios, potencialmente muy graves. Al menos yo no recuerdo nada igual en ningún gobierno de los que han precedido a los que gestionan hoy la CAIB, la Cosa y Palma. El Consell de Mallorca ya sabemos que es una institución que no sirve de nada. Todas sus competencias locales cabrían en una dirección general del Govern, y no de las más importantes, y nos costaría muchísimo menos dinero a todos. Por eso mismo no caerá esa breva. Lo insólito es el reconocimiento fáctico por parte de la actual mayoría de la insustancialidad de la institución que les da de comer. La campaña propagandística que han puesto en marcha, de “repensar” toda Mallorca, lo que transluce en el fondo a ojos del ciudadano es que no saben qué hacer -35 años después de la invención de la institución- con el Consell y piden ideas. Hay que agradecerles al menos que, aunque tan tarde, reconozcan que la Cosa no sirve para nada. De la mayoría en el Parlamento que -es un decir- sustena al Govern qué puede constatarse que no sea conocido por todo el mundo. Los miembros del tercer Pacto de Progreso ha dejado claro a todos los ciudadanos mucho más rápidamente que sus dos antecedentes que ni se entienden ni, al contrario que los precedentes, pretenden disimular lo contrario. En menos de un mes de actividad parlamentaria la pinza lógica, Podemos y PP -al estilo del conservador comunismo de Aznar-Anguita-, se ha activado contra el Govern de PSOE-Més. No será la última vez. En Palma el asunto es más serio. Aparte de ocurrencias de bombero torero -como eliminar las terrazas del Borne, lo del monumento de Sa Faixina...- y evidencias de incapacidad política -la dimisión del jefe podemita local-, la gestión ha demostrado en tan poco tiempo ser capaz de perjudicar al ciudadano y visitantes. En el centro histórico se nota una extraña dejadez. Las brigadas de mantenimiento no parecen existir, el adoquinado se levanta, el empedrado se rompe... y nadie lo arregla. En el escaparate de la ciudad. Mateu Isern hacía poco, cierto, pero al menos esto funcionaba. Y no hablemos de la suciedad, pero bueno ésta no está más que como siempre. En resumen. Cien días no sirven para analizar nada. Pero este tercer Pacto de Progreso ha emitido en tan escaso lapso de tiempo unos insólitos destellos la mar de preocupantes.