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Mario Conde, el famoso delincuente de gomina, ha decidido plantar cara a la clase política aspirando a ser parte de ella. Curioso. Nos viene a regenerar un tío que ha sido condenado por la justicia. Un sinvergüenza que nos viene a dar lecciones de vergüenza. Qué país éste. Somos la mar de divertidos. Desde hace tiempo su trampolín político ha sido su grupo mediático de ultraderecha que le ha reído las gracias –pocas, a decir verdad, si es que alguna ha habido- propias del condenado que viene a condenarnos. Desde ahí pretende dar el salto a la política. Si no fuera tan triste y patético sería para troncharse. Al calor de lo que todas las encuestas auguran –que el PP se erosiona y que el PSOE no levanta cabeza- se abren nichos de voto que en potencial son estadísticamente significativos para opciones demagógicas y populistas. Una es la conocida UPyD. A la que ahora se le añade, para competir con ella, ésta de Conde. Desacomplejadamente de ultraderecha aspira a evitar que Rosa Díez se quede con los votos del descontento del PP. Al respecto, en el seno del PP ya se han iniciado movimientos –tímidos, todavía- de convergencia hacia el engendro radical de Conde. No es extraño. En realidad los apóstoles de la catástrofe, los ángeles del infierno, los predicadores del Apocalipsis llevan años intentando que cuaje su conspiración. Como es sabido, la ultraderecha denuncia día sí y día también una maquinación general –del Rey abajo, todos: desde el PSOE hasta los jueces pasando por el PP y el Tribunal Constitucional- para acabar con España. Mayor Oreja es paradigma del anuncio de esa trama. Cobra unos 6.000 al mes gracias al PP, que lo colocó en el Parlamento Europeo, y sin embargo asume orgullosamente la condición de evangelista de la ultraderecha contra su propio partido y gobierno a cuenta de la famosa ruptura de España. Tanto les da. A estos sinvergüenzas no hay que exigirles coherencia. A ellos lo que les va es alertar de la conspiración judeomasónica destructora del ser nacional para esconder que, en realidad, lo que conspiran de veras es por la voladura del PP de Mariano Rajoy, al que consideran demasiado moderado. Mario Conde, que es un pobre hombre tan delincuente como fracasado en sus delirios de salvar a España, les sirve como laboratorio de pruebas. A poco que le fuera bien, se lo quitarían de encima y los aguiluchos trasnochados del PP se pasarían al nuevo partido para seguir anunciando el Apocalipsis, desde una organización ultraderechista que controlarían absolutamente. Al menos así se habrían quitado las caretas.