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Las últimas encuestas del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) aseguran que si se convocaran ahora las elecciones generales el PP perdería mucho apoyo aunque seguiría ganando ampliamente. Gracias a un PSOE que se muestra incapaz de aprovechar la erosión conservadora debida a la gestión (pésima) de la crisis económica y los archifamosos hachazos a las inversiones públicas. Dado que los dos grandes partidos pierden –o no ganan- apoyos, a algún lado tendrán que irse los votos. Por la izquierda los comunistas de IU aumentaron a costa socialista pero ahora parecen haberse quedado clavados –según la última oleada CIS-, mientras que los nacionalistas, dado que su universo es tan limitado, tienen variaciones mínimas. Así pues solamente queda otro partido nacional que pueda recoger el desgaste del bipartidismo: UPyD. Rosa Díez va consolidando su proyección política y personal por encima del resto de líderes y sus siglas son las únicas que manifiestan cada trimestre –siempre según el CIS- tener camino por delante para crecer. No es extraño. Díez es una ex del PSOE que vivió de su partido, cómodamente aliada de los que ahora considera pérfidos nacionalistas, hasta que no consiguió ser su secretario general, para, a la sazón, pasar a un dorado exilio en el Parlamento Europeo –más de 6.000 al mes- despotricando contra su partido pero sin salirse, que la ideología está muy bien pero mucho mejor el generoso sueldo, y, al fin, al quedar sin chollo, se inventó su partido personal, con todos los ingredientes de populismo demagógico al estilo de otros que han surgido de ex izquierdistas en todo el mundo. En principio ese UPyD parecía de corto recorrido. Pero precisamente por sus características dichas, en medio de esta brutal crisis puede abrirse camino de futuro. Porque da rotunda seguridad –por mucho que su proyecto sea imposible de llevar a la práctica- en tiempos de tanta incertidumbre como los actuales. Gracias a esa vehemencia fácil, basada en la nada ideológica, en su origen imantó sobre todo votos que otrora fueron para el PSOE –especialmente claro fue el fenómeno en Baleares el pasado noviembre- y ahora gracias a la brutal crisis económica está abriendo agujero –al menos potencialmente- en el electorado conservador. Es verdad que una cosa es lo que dicen que votarían los encuestados cuando falta mucho tiempo para las elecciones y otra muy diferente qué votan cuando se convoca a urnas. Sin embargo la tendencia del voto UPyD, como banderín de enganche del anticatalanismo y antinacionalismo en general, blandiendo orgullosamente la bandera del trasnochado y rancio españolismo, parece estar cuajando. Del libro de la Demagogia Populista: ofrecer seguridades basadas en la pasión y no en la razón en tiempos de zozobra.