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Una inversión superior a los 30 millones de euros y más de 600 días después de comenzar la reforma, el Real Mallorca inicia hoy una nueva etapa con la ‘inauguración’ del renovado estadio de Son Moix. Después de varios proyectos faraónicos que acabaron en el cubo de la basura, la propiedad norteamericana, con Andy Kohlberg a la cabeza, ha podido saldar dos deudas históricas y cumplir con las promesas que realizaron hace ya ocho años cuando aterrizaron en la SAD balear para asumir el control absoluto. Desatascaron el eterno conflicto del Lluís Sitjar y acabaron con las pistas de atletismo -un deseo de la afición mallorquinista desde el primer día que el recinto abrió sus puertas en 1999- para dotar a la ciudad de un estadio de fútbol adaptado a los nuevos tiempos. Un escenario del siglo XXI, con una capacidad para 26.020 espectadores, que vivirá hoy su estreno oficial en el partido ante el Celta de Vigo.

Un día de fiesta

Los gestores del Real Mallorca se han volcado para que este 13 de enero Son Moix viva una fiesta. La entidad ha organizado diversos fastos apto para todos los públicos con la intención de que toda la ciudadanía pueda participar de la fiesta. La intención de la propiedad es abrir el estadio a la gente y que tenga vida los 365 días del año. Quiere convertirlo en un centro de referencia y no sólo a nivel deportivo, sino también a nivel social.   

La inversión de la propiedad

Sin hacer mucho ruido y con una política basada más en la discreción que en el circo mediático, la administración norteamericana ya ha invertido unos 100 millones de euros para convertir al Mallorca en uno de los grandes del fútbol español. Consolidar al equipo en Primera División es el principal objetivo de una propiedad que ha sido capaz de superar todos los obstáculos, incluyendo un descenso a Segunda División B, y que hoy hará realidad el sueño de todo el mallorquinismo:Son Moix es un estadio de fútbol 25 años después.