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La intervención del rector de la iglesia dels Dolors de Manacor, Antoni Amorós,    a raíz de la polémica suscitada por la organización de las Completes de Sant Antoni, rebasa, con mucho, el tono en el que debería abordar este tema un representante de la Iglesia; aunque más parece intervenir como un simple y airado ciudadano que ha confundido las redes sociales con la barra de un bar. Las expresiones soeces y la derivación ideológica que rezuma toda su argumentación hace exigible una rectificación inmediata; aunque sólo sea por respeto a todos los manacorins.

Errores en la organización.

En primer lugar, hay que admitir que la organización de las tradicionales Completes de Manacor, que cuentan con un enorme arraigo popular, quedó desbordada por la participación masiva de jóvenes y vecinos tras dos años sin la celebración por culpa de la pandemia. El aforo del templo quedó insuficiente para acoger a todos los participantes en los ensayos, a los que se les había garantizado una entrada. Trescientos de ellos quedaron fuera y, como es lógico, expresaron su queja y disconformidad por la situación. En lugar de pedir calma y sosiego, las respuestas han acabado entrando directamente en el enfrentamiento soez y barriobajero frente a los más críticos. Así no se resuelven los problemas.   

Enfrentamiento ideológico.

Las apelaciones a la Guerra Civil de algún otro capellán manacorí o los enlaces al himno de la Armada, como sucede en el caso del mensaje de Amorós, revelan un compromiso ideológico muy alejado del que podría considerarse cercano a la concordia ciudadana. Resulta lamentable que un episodio como el vivido este año en el Sant Antoni de Manacor haya derivado en este episodio con tintes berlanguianos en el que, precisamente, la fiesta ha sido la más perjudicada. No hay duda que es preciso reconducir con urgencia todo este enfrentamiento y lograr pasar página cuanto antes.