También brillaron las actuaciones de Kathleen y Paul, los actores, y la de Max Cantrel como maestro de ceremonias | R.D.

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Con cierto retraso, motivado por una indisposición que me tuvo entre sábanas durante un par de días, os hablo hoy de la presentación en sociedad de Alicia en el país de las maravillas en versión lectura dramatizada, algo a lo que no estamos acostumbrados en esta Isla. El acto tuvo lugar en el último espacio surgido en Palma en cuanto a Cultura se refiere, llamado Villa Dalia. Este ha sido creado por Pablo Pantigo y se ubica en Joan Miró, a no mucha distancia de Gomila yendo hacia Porto Pi, en un ambiente muy selecto en cuanto a asistentes.

La lectura dramatizada de la obra de Lewis Carroll corrió a cargo de The Petite Production Company. Kathleen Bendelack fue la encargada de adaptar el guión a la obra, «un trabajazo que no veas, pero a gusto», nos dijo. Paul Cermmick se centró en la música de la obra y Max Cantrell, reconocido artista y actor, mostró un gran dominio del escenario, sobre todo cuando al final de la lectura, echando mano del verso de un poema de Carrol, invitó a los asistentes a una merienda regada con champán.

Todos satisfechos

Bendelack, que al igual que Cermmick, es una actriz de largo recorrido, reconoció que era la primera vez que hacía una lectura dramatizada y que, viendo los resultados conseguidos, se sentía muy satisfecha. Y los resultados no fueron otros que ver la atención e interés con que el público siguió la representación, en la que las voces de ambos  fueron las principales protagonistas, igual que el vestuario y las caracterizaciones de las que echaron mano al meterse en la piel de otros personajes del maravilloso mundo de Carrol , lo que les obligó también a cambiar sus registros en cuanto a voz: todo en marcha, sin parar y sin bajar el ritmo pues, repetimos, era solo lectura dramatizada.

De la obra resulta necesario destacar tanto la adaptación del texto a la lectura dramatizada como la música.
De la obra resulta necesario destacar tanto la adaptación del texto a la lectura dramatizada como la música.

Una vez finalizada la obra, y a punto de dar buena cuenta de los canapés y las copas que siguieron a esta, Kathleen confesó que no se subía a un escenario desde antes de la COVID-19 y manifestó sentirse muy a gusto habiendo hecho algo que pocas veces había hecho, lectura dramatizada. «Y lo digo yo de mí, y lo digo también en nombre de Paul. Hemos disfrutado haciendo este trabajo lleno de papeles distintos. Y hemos disfrutado porque henos visto que el público también disfrutaba, se lo pasaba bien. Y porque el teatro es eso: disfruta el público, disfrutan los actores, se divierten los actores, se divierte el público. Y aquí hemos logrado las dos cosas: se lo han pasado bien ellos y hemos disfrutado nosotros, por lo que hemos hecho y por verlos felices a ellos. Por eso, vamos a seguir. Tenemos más obras para representar o para hacer lectura dramatizada, obras de grandes autores, y obras nuestras… Y encima tenemos uno de los mejores escenarios, me refiero a este. ¡Ah! y tenemos a Max Cantrell, para mi fundamental en lo que hemos hecho hoy».

De la obra resulta necesario destacar tanto la adaptación del texto a la lectura dramatizada como la música.

Entre el público asistente vemos que la mayoría es extranjero residente, ingleses y alemanes, «lo que significa que no andaba equivocada cuando decía que en Mallorca hay publico inglés y alemán para hacer una o dos veces al mes obras en uno o en otro idioma. Por eso he llamado tantas veces a la puerta del Teatre Principal, del Consell de Mallorca, para que nos den la oportunidad de también poderlo hacer allí. De todos modos, vamos a seguir haciéndolo, pues hay publico para ello, y escenarios como este, el del Villa Dalia, en el que el actor, además, se siente muy cómodo. Es más, es muy bueno que actores ingleses y alemanes actúen junto con actores españoles y mallorquines. El teatro, al ser universal, no debe de poner barreras a nadie, sino que ha de ser plural, de lo contrario, ni es Arte, ni es teatro, ni es nada».

También brillaron las actuaciones de Kathleen y Paul, los actores, y la de Max Cantrel como maestro de ceremonias
También brillaron las actuaciones de Kathleen y Paul, los actores, y la de Max Cantrel como maestro de ceremonias

Aniversario

Manu Blanco no ha ido de peregrinación a Lourdes, aunque lo parece. Lo decimos por el cambio que ha dado en cuanto a su aspecto físico, pues ha perdido una gran cantidad de peso.

«No, a Lourdes no he ido -suelta una carcajada-, ni tampoco se ha producido ningún milagro. Pasa que se cruzaron en mi vida dos médicos, les hice caso a ambos, y aquí estoy. Como nuevo.  Uno de los médicos es el doctor Alberto Gómez, que es quién me ha marcado las normas sobre lo que debo y no debo comer. Y le he hecho caso. Y el otro es el cardiólogo Christian Casseus. Con él corro y boxeo. Y es que todo es cuestión de comer lo que toca y hacer ejercicio, si no cada día, sí a menudo. Como de un tiempo a esta parte hago yo».

Manu Blanco, debajo del agua, donde no para de hablar.
Manu Blanco, debajo del agua, donde no para de hablar.

Entonces le preguntamos por los kilos que ha perdido: «Pongamos que 30…-duda-. O por ahí». Pues 30 kilos significan unas cuantas tallas menos, o lo que es lo mismo: renovar el armario.  «Bueno, pues sí. Porque con la ropa de antes, me pierdo. Vamos, es que me la pongo y desaparezco entre ella. Pasa que como presento muchos actos, algunas firmas me la prestan».

Actos como el de la fiesta del sexto aniversario de Radio Murta, su radio, celebrada días atrás en el restaurante Sa Gruta Nova de Porto Cristo, «en el que sentamos a 600 personas, todas ellas seguidoras y oyentes de Radio Murta, fiesta a la que también asistió nuestro gran Vicente Ferrer, alma mater de la emisora que, aunque ya jubilado, siempre está con nosotros. La fiesta fue un fiestón, riquísima comida y gran espectáculo, con actuaciones de Toni Frontiera, Los Naipes,  Dúo Piscis y Madò Pereta, y encima el sorteo de un crucero para dos personas. Ni qué decir tiene que fueron unas horas inolvidables». Pues nos alegramos.

Manu Blanco, eufórico, entre los seguidores de Radio Murta en el almuerzo.
Manu Blanco, eufórico, entre los seguidores de Radio Murta en el almuerzo.

Por cierto. Manu ha demostrado a lo largo de estos días, que no para de hablar ni debajo del agua. Lo decimos tras haber visto el spot de Radio Murta en el que él, provisto de una cámara Go-Pro, se lanza por el tobogán de Aqualand. La noticia no es que hable, micrófono en mano, descendiendo a toda velocidad, incluso perdiendo la gorra en tan vertiginoso descenso, sino que hable durante el rato en el que desciende sumergido en el agua rodeado de burbujas. Y es que, como digo, Manu no para de hablar ni debajo de agua.