Joana Borràs, de la asociación Alrum, analizando una de las piezas. | Teresa Ayuga

TW
1

«Este es el primer paso hacia el futuro museo textil de la Isla». Con estas esperanzadas palabras nos recibe en el Museu de Mallorca Joana Borràs, diseñadora y especialista en historia de la ropa de la asociación Alrum, entidad impulsora de las I Jornadas de Conservación de Tejidos. El curso, organizado por el Departamento de Cultura y Artesanía del Consell de Mallorca en colaboración con el Institut d’Estudis Baleàrics, ha sido impartido por la restauradora y conservadora del Museu Tèxtil de Terrassa Elisabet Cerdà, quien ha mostrado técnicas para restaurar y conservar prendas antiguas. La actividad ha contado con una treintena de alumnos de perfil profesional, junto a algún coleccionista privado.

Entre ellos, personal del Teatre Principal, que conserva vestuario de ópera de hace décadas; del Bisbat de Mallorca, que en dependencias religiosas acumula un gran patrimonio textil; de la Societat Arqueològica Lul·liana, y de museos como el de Manacor, el de Menorca, el de Eivissa o el de Mallorca, que cuenta en su fondo de reserva con unas 3.000 piezas a partir del siglo XVII, incluyendo ropa tradicional, vestidos aristocráticos, pañuelos, alfombras, sombreros, abanicos, sombrillas o calzado. También han participado dos jóvenes formadas en conservación y restauración textil fuera de la Isla. «En Mallorca hay un enorme patrimonio textil al que hay que dar el valor que merece», reivindica la mallorquina Caterina Fiol, quien recuerda que «la Isla tuvo una importante industria textil que fabricaba apreciadas alfombras, confecciones de seda o telas tan prestigiosas como las de ‘llengos’. Forma parte de nuestra historia», destaca.

Ta120424091-08.jpg
La conservación y restauración de tejidos es una labor que requiere gran delicadeza.

«Es un material y tan delicado y tan cotidiano que queda fuera de lo que la gente entiende por patrimonio, pero nos dice mucho de la sociedad de una época y de su evolución», agrega la ibicenca Marina Suñer. Sin ir más lejos, «el tallaje de la ropa antigua es menor al actual, porque la gente era más pequeña», revela la profesora, Elisabet Cerdà, quien señala que, de cara a un futuro museo, «lo primero que habría que hacer es un inventario del patrimonio textil que hay en la Isla, disperso en fondos privados, casas particulares, asociaciones folclóricas, entidades religiosas, museos,...», enumera.

Uno de los alumnos, Mateu Coll, es coleccionista privado de indumentaria mallorquina antigua. «Empecé hace muchos años con unas piezas que me llegaron por herencia familiar. Me fui enganchando y amplié mi colección gracias a particulares y mercados de segunda mano, etc. Una prenda te va llevando a otra», indica. «Estoy aprendiendo mucho en este taller. Lo primero, que seguramente no estoy cuidando mis piezas tan bien como creía. Hay que tener mucho cuidado con la humedad, los cambios bruscos de temperatura, el amontonamiento de las prendas,...», destaca. «Tengo armillas, faldas y vestidos de diferentes usos y clases sociales, ropa interior, delantales,... Todo comprado o regalado», explica Coll, quien «seguramente» estaría dispuesto a ceder su colección a un futuro museo textil.

Ta120424091-03.jpg
La actividad ha contado con una treintena de alumnos de perfil profesional, junto a algún coleccionista privado.

«Además de aprender cómo conservar y restaurar correctamente el patrimonio textil, queremos profundizar en el estudio de la evolución de la vestimenta tradicional de Mallorca. Es una labor que están realizando por su cuenta diferentes agrupaciones folclóricas, y estaría muy bien que tuviéramos un marco común para estudiar cómo ha evolucionado la sociedad a partir de su indumentaria. En Balears, a diferencia de otras comunidades autónomas, aún no tenemos ninguna institución dedicada a ello, y es muy necesaria para cuidar y poner en valor todo este patrimonio», reivindica Borràs.

El apunte

Somos como vestimos

De entre los diferentes tipos de patrimonio que conservamos, el textil es uno de los menos conocidos y valorados. De hecho, aún no existe en España una formación reglada de conservación y restauración de tejidos. Sin embargo, encontrarse frente a frente con ropa o complementos que lucieron nuestros antepasados resulta fascinante y nos da una información muy valiosa y directa de cómo vivían, qué les gustaba y cómo era la sociedad de su época.