La ‘calçotada’ se celebró en una jornada calurosa, en la que las gafas de sol eran tan importantes como los baberos.

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«¡Estoy en mi salsa!», se podía leer en sus baberos. Junto a las gafas de sol, los pecheros se convirtieron ayer en un accesorio obligatorio en las Bodegas José L. Ferrer, de Binissalem, donde celebraron un maridaje muy especial. En la primera edición de 'Vins i Calçots', unas 200 personas disfrutaron de una clásica calçotada bañada con los vinos más celebrados de la bodega binissalemera. Una experiencia única en un entorno privilegiado, porque los calçots saben mejor cerca de la tierra y a los vinos les sucede lo mismo, al disfrutarlos entre las viñas y barriles que los han concebido.

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Los primeros asistentes llegaron a las bodegas a las 13.30 horas, recibidos por una generosa copa de Pedra de Binissalem Blanc Ecológico. No tuvieron que esparar demasiado para comer. El equipo de la Asociación Cultural Gastronómica de Mallorca, capitaneado por Nadal Real, un verdadero experto en el arte de la calçotada, ya llevaban un buen rato cocinando las típicas cebollas tiernas, blancas y dulces de Valls, municipio tarraconense al que la Unión Europea le otorgó el sello Indicación Geográfica Protegida. Como no podía ser de otro modo, no faltó la salsa romesco. Ni el pan, ni la tomàtiga de ramallet. Ni tampoco la carne torrada. Todos aquellos que no acabaron de enamorarse de los calçots pudieron saciarse a base de butifarra catalana, llom y xua, además de un granizado de almendra como refrescante postre.

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Todo ello maridado con el del clásico Crianza José L. Ferrery el Veritas Roig. Tampoco faltó la nota musical, a cargo de Monkey Doo, banda mallorquina de swing/skiffle que trata de recuperar la esencia más popular de este estilo musical, además del DJ italiano Valerio Latina, quien hizo vibrar a los presentes con su selección de éxitos y mezclas electrónicas.