Víctor Conejo, AKA DJ Conejomanso. | Teresa Ayuga

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Se hace llamar Conejomanso, pero ni caso, más bien es un Gremlin que a medianoche se transforma en una bestia parda. Su auténtico nombre es Víctor Conejo, aunque ni él mismo se reconoce en la designación mundana que recibió en la pila bautismal. Nuestro DJ es un verso libre, una pila cargada de energía que se desborda en cualquier sarao que se precie de acabar patas arriba. No habla, dispara reflexiones con la vehemencia de un fusil de repetición y tiene un punto excéntrico pero, qué carajo, se necesita un poco de locura para escapar del reino de lo ordinario.

¿Un buen DJ es el que carece de guión y opera en función de la gente; o el que no se mueve un centímetro de su hoja de ruta?
Solo puedo decir que hace años que no preparo las sesiones.

¿Los clásicos siempre serán modernos?
Todos los años hay nuevos clásicos y nuevos modernos.

¿Qué temas son su ‘sota, caballo y rey’?
En el portátil llevo más de 14.000 canciones de todos los géneros. Puedo decirte 400 sotas, 400 caballos y 400 reyes.

¿Cuántas veces, importunado por el típico ‘pesado’, ha pensado ‘te fastidias y a bailar’?
Diez veces en cada bolo.

¿Un buen DJ tiene algo de Peter Pan?
No, un buen DJ tiene que vivir en el año en el que vive, y saber qué música funciona en ese año.

¿Hay machismo en las cabinas?
El machismo en las cabinas es cotidiano y mayoritario. Se da por hecho que una mujer pincha peor y oyes cosas como «Si está buena, que venga». Perdona, es buena DJ, el físico es lo de menos.

¿Cuál es su doble lectura favorita de la noche?
Pues que detrás de una cabina se ve absolutamente todo...

¿Cómo le da la vuelta a una noche que se le ha girado?
En base a los más de 900 bolos que he hecho, estamos ahí para que se lo pasen bien.

¿Le cuesta compatibilizar la noche con el día?
Soy muy ordenado para todo y mis siete horas para descansar no me las quita nadie.

Imagine que tiene un Delorean, ¿a qué época se catapultaría para pilotar su noche?
Como no tengo prejuicios ni con la música ni con las personas. Me encantaría ir a cualquier garito de blues rural negro o al Detroit del ‘77 pre-techno.

Pongamos que la extrema derecha le propone amenizar una fiesta en la plaza Miquel Dolç, ¿se anima?
Siempre. Pero que no se quejen si pongo Samantha Hudson.

¿La música es la mejor compañía?
La mejor compañía es un buen conversador sobre música.

Con la que está cayendo, ¿cree que al bailar una canción, aunque solo sea por tres minutos, cambia nuestra realidad?
No, la gente cuando entra por la puerta ya sabe la música que quiere que le pongas. Y siempre son las mismas.

¿Los prejuicios hay que dejarlos fuera de la cabina?
Nueve de cada diez DJ van cargados de prejuicios, vanidad, ignorancia y estupendismo.

¿Es difícil sorprender al público en la era Spotify?
Es muy fácil, porque tener cultura musical requiere miles de horas. La gente escucha poca música y todo el mundo la misma.