Kathleen Bendelak, en una reciente imagen. | Click

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Kathleen Bendelak sigue dando clases de inglés en un colegio, y de teatro en inglés y castellano en otro, a la vez que se mantiene a la espera de que la llamen desde el Teatre Principal, a cuyos mentores quiere exponer sus proyectos, entre ellos ver que posibilidades hay de programar periódicamente teatro en inglés para residentes y en verano para turistas. «Según he leído, el alcalde de Palma durante su legislatura quiere potenciar el Turismo y la Cultura hasta tal punto de que está pensando en reconvertir el antiguo edificio de Gesa en un museo de Arte Moderno para que sea visitado por los turistas durante su estancia en Mallorca, lo que me parece muy bien, puesto que muchos de ellos, además de por la playa y el sol, vienen a conocer la cultura y las costumbres de la Isla… Por eso intento introducir el teatro en inglés en el Principal, sobre todo por las condiciones que tiene y lo céntrico que está», explica. Kathleen ha escrito una versión de Alicia en el país de las maravillas para los niños y una obra de teatro sobre la vida de tres mujeres que marcaron una época en la Inglaterra victoriana: las hermanas Brontë: Charlotte, Emily y Anne, autoras de Jane Eyre, Cumbres borrascosas y Agnes Gray, respectivamente, tres obras reconocidas mundialmente. «Concretamente -matiza- la obra es sobre un día en la vida de las tres hermanas, en la que aparecen, además de ellas, otros personajes como su hermano Brawell, la tía Elizabeth, y las criadas, Tabby y Betsy», indica. Aparte, Kathleen tiene escrita una tercera obra, Polvo blanco, que gira en torno a una familia relacionada con el mundo del narcotráfico.

Artículos sobre cine

Kathleen también colabora con el Majorca Dailly Bulletin, donde tiene semanalmente una columna en la que se suele escribir opinando sobre cine, o más concretamente, sobre algunas de las películas que se proyectan en Palma. Además, escribe en una revista extranjera de tirada mensual. Por cierto, el martes pasado fue al cine a Poto Pi a ver la peli Anyone but you, y por segunda vez en un par de meses, la hubiera visto sola de no haber sido porque cuando se apagaban las luces para comenzar entraron dos personas, que si no ¡todo el cine hubiera sido para ella! Así se se puede apreciar en la foto que le hizo el acomodador momentos antes de que comenzara la proyección.

Kathleen, en su mesa de trabajo.

Pero, realmente, no la traemos hoy a esta ventana para que nos hable de sus proyectos literarios y artísticos, sino para que nos cuente una doble experiencia que ha vivido recientemente, relacionada con los funerales católicos y no católicos que se celebran en Inglaterra, que nada tienen que ver con los que celebra la Iglesia . «Me refiero -apunta- a la relación que tiene lugar en ellos entre la familia y el difunto, y los amigos y el difunto…».

La muerte y ella

Y es que, como decimos, en apenas dos meses, Kathleen ha asistido a dos funerales, el de su madre y el de un familiar, ambos católicos. «En el del familiar, que ha sido hace una semana, se celebró en la iglesia a la que solía acudir. Finalizada la misa, sus hijos y sobrinos leyeron una carta en la que contaron cómo era, cuáles eran sus aficiones, sus creencias, su forma de vida..., mientras que otros familiares lejanos y amigos, intervinieron después, también hablando sobre él. Y cuando sacaron el féretro para llevarlo al crematorio, sonó una de sus canciones favoritas. Y una vez en el crematorio, a donde también acuden la familia y los amigos, en una sala en la que se han colocado fotografías suyas tomadas en distintos momentos de su vida con el fin de seguir recordándole, se celebró otra pequeña ceremonia, que tras terminar nos despedimos definitivamente de él, yéndonos todos al pub que él frecuentaba. Allí hicimos una merienda, regada con alcohol o refrescos, con un simple objetivo: seguir arropando a la familia, y digo arropando, porque cuando murió mi madre, hace unos meses, las ceremonias de la iglesia y del tanatorio fueron similares, es decir, intervinimos hijos, familia y amigos, y tras despedirnos de ella en este último lugar, nos reunimos en una casa que alquilamos, donde comimos y bebimos recordándola, y sabiendo que sería feliz viéndonos allí reunidos por ella, y también por nosotros, acompañados por gente que la quería, y que deseaba estar a nuestro lado en un momento tan difícil».

El cine es una de sus pasiones.

Su deseo para cuándo parta

Kathleen, respetando las costumbres, no entiende como aquí los funerales son tan fríos, «el cura diciendo la misa, luego hablando un momento de la persona que se ha ido, a veces unas palabras de un familiar, y luego el pésame, los hombres por la derecha, las mujeres por la izquierda… Durante el funeral casi hay más gente fuera de la iglesia que dentro, gente hablando de sus cosas y fumando… Gente que entrará cuando llegue el momento del pésame. Y luego, sin más, cada uno a su casa, quedándose la familia sola, que a su vez dejará sola a los hijos del fallecido, a la viuda, al viudo… Ya digo, no trato de enmendar la plana a nadie, ni decir si un tipo el funeral es mejor que otro, ni por supuesto, ir en contra de tradiciones seculares, a las que respeto muchísimo, pero es evidente que si me preguntas debo decir lo que pienso. Y es que el día que me toque a mí, me gustaría irme como se han ido las dos últimas personas a las que estuve acompañando. Y es que estamos en la vida de paso, y como tal, hemos de entender la muerte como punto y final a esa vida en la tierra, y al que se va hemos de despedirle hasta donde podamos, o creamos, que es la mejor forma. Y luego, tras habernos despedido de él, ya sea en el cementerio, ya sea en el crematorio, seguir al lado de su familia, apoyándola y recordándole por unas horas… ¿Y qué mejor que hablando de él, contando cómo era, y hacerlo en un lugar que frecuentaba en torno a una comida y a una bebida…? Por otro lado, me consta que en Mallorca, no solo por parte de extranjeros residentes, sino también por gente de aquí, nacida aquí, se están haciendo ya ceremonias funerarias de forma distinta a la tradicional, con gente muy preparada para conducirlas. Incluso terminan comiendo y tomándose una copa, junto con la familia de la persona que se ha ido, en recuerdo de ella».