Algunos se cobijaban de la lluvia bajo cartones. | Julián Aguirre

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Los palmesanos, y el resto del mundo, ya tienen asumido que cuando comienzan las fiestas de Sant Sebastià, llueve. Ya puede estar semanas sin caer una sola gota de agua en Palma, pero es llegar la fiesta del patrón y aparecer los nubarrones. Ayer fue la borrasca Juan quien cumplió con dicha tradición. Un total de 250 torradoras se repartieron por las plazas más céntricas de Ciutat y muchas no llegaron a encenderse por falta de gente. Y es que la noche invitaba a quedarse en casa. La Revetla tiene el aliciente de salir a callejear, torrar y disfrutar de buenos conciertos.

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Pero, ¿toda la culpa es de la lluvia? Lo digo porque anoche llovía por igual en toda la ciudad y mientras en la Plaça de l’Olivar o la Plaça de Cort los ciudadanos desistían de seguir en la calle, en Plaça de la Reina el calor del público ardía ante la actuación de otra ‘borrasca’ llamada Juan Magán.  Público, en su mayoría jóvenes, que se blindaban del frío, el viento y la lluvia ante el único éxito de la noche. Otro de los motivos para quedarse en casa, son los precios. Hasta cuatro euros por una cerveza de grifo, servida en un vaso de plástico.

Y si hablamos de torrar, el Ajuntament tendría que organizar cursos o talleres para aquellos ciudadanos que no quieran quemar el género cárnico en la parrilla. Paciencia cero a que se hagan las ascuas. Sin duda, desde mi punto de vista las de este año han sido las fiestas patronales menos seguidas. Y no digo nada de lo que comenta la gente de la calle por haber quitado como festivo, en Palma, el 20 de enero.