Prueba para detectar la enfermedad. | Efe

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El 1 de diciembre, Día Mundial de la Lucha contra el SIDA, es una fecha clave para concienciar y educar sobre una de las pandemias más desafiantes de la historia. Sin embargo, a pesar de la amplia divulgación de información, existe todavía una gran confusión entre lo que es el VIH y el SIDA. A continuación, exploramos las diferencias fundamentales entre ambos términos para entender mejor esta problemática. El Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) es el agente causante de la infección. Este virus ataca al sistema inmunológico, específicamente a las células CD4, que juegan un rol crucial en la protección del cuerpo contra infecciones y enfermedades. Al infectar estas células, el VIH debilita progresivamente la capacidad del organismo para defenderse.

Una persona puede ser portadora del VIH sin presentar síntomas notables durante años. De hecho, sin un tratamiento adecuado, los síntomas más habituales de la infección por VIH pueden empezar a manifestarse entre 5 y 10 años tras la infección inicial. Durante este tiempo, el virus continúa dañando el sistema inmunológico. El Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) es el término que se utiliza para describir los estadios más avanzados de la infección por VIH. Cuando una persona infectada por el VIH no recibe tratamiento, el sistema inmunológico se debilita hasta un punto crítico. En esta etapa, el cuerpo ya no puede combatir eficazmente las infecciones y enfermedades.

El SIDA se caracteriza por la aparición de enfermedades oportunistas o cánceres que son inusuales en individuos con un sistema inmunológico saludable. Estos pueden incluir ciertas neumonías, tuberculosis o sarcoma de Kaposi, entre otros. La aparición de estas enfermedades marca el avance del VIH a su etapa final. Es importante destacar que el tiempo que tarda en evolucionar el VIH a SIDA puede variar significativamente de una persona a otra. Factores como el acceso a tratamiento médico, la genética, la presencia de otras enfermedades y el estilo de vida pueden influir en este proceso. En general, sin tratamiento, se estima que la transición de VIH a SIDA puede ocurrir en un período de 10 a 15 años.

Gracias a los avances médicos, el VIH es hoy una condición manejable. Los tratamientos antirretrovirales pueden reducir la carga viral a niveles indetectables, permitiendo que las personas con VIH lleven una vida larga y saludable. Además, la prevención a través de la educación, el uso de preservativos, las pruebas regulares de detección y la profilaxis preexposición (PrEP) son fundamentales para controlar la propagación del virus.