«Tendemos a creernos los tópicos y pastiches que pesan sobre la sociedad española», asegura. | Redacción Digital

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Cuáles son las ventajas de ser americano? Goyo Jiménez las desgrana desde nuestra acomplejada perspectiva, la de un país acostumbrado a venerar ídolos con pies de barro. Y no hace falta señalar a nadie, que hace feo. En Aiguantulivinamérica 3, el humorista, actor, presentador y antiguo estudiante de Derecho –la de vueltas que da la vida–, traza una desternillante reflexión sobre las divergencias entre yankees y españoles, en un espectáculo tan bizarro como real, que lanza innumerables guiños a quienes pasaron por la EGB, con ecos al cine ‘ochentas’ y aroma a Drakkar Noir. En cartel ayer y hoy en Trui Teatre (21.00), dentro del Festival de humor de Palma, FesJajà.   

Hay quien acaba hasta el gorro de su creación más exitosa, lo vemos en músicos que se niegan a subir al escenario sus temas más solicitados. Usted en cambio ya va por el tercer ‘Aiguantulivinginamerica’…
Y espere que no saque una cuarta parte. Cuando me puse a escribir descubrí que tenía un material enorme, me ha pasado como al del Señor de los Anillos…   

Su trilogía tiene un trasfondo nostálgico, aroma a cine ochentero y esa sensación ficticia de que en los USA todo es la hostia… ¿en el fondo somos unos acomplejados?
Desde luego, y además juega en nuestra contra que tendemos a creernos los tópicos y pastiches que pesan sobre la sociedad española, algo que nos acompleja aún más.

Por su narcisismo crónico y esa forma de alardear de ser el mejor país del mundo, la americana es una sociedad que más que prestarse a ser juzgada con ironía parece pedirlo a gritos…
Totalmente de acuerdo. Son un país con muy poca capacidad crítica.

El cine ochentero es una referencia rastreable en su humor, ¿sigue revisitando los títulos totémicos del género?
No, la verdad es que he dejado de ser nostálgico y quiero conectar con la sociedad tiktoker, para esta generación el humor tiene más teatro que narrativa.   

Hay humoristas que hablan mucho y dicen poco, pero en sus textos cada frase es gol, ¿hay mucho trabajo detrás o la inspiración le sale por las orejas?
Se lo agradezco, pero hay cantidad de trabajo detrás, me cuesta sacar un texto, y además tengo el síndrome del impostor, soy incapaz de asimilar mis logros, y siempre pienso que puedo mejorar los textos.   

Sócrates sentenció que la verdad nos hará libres, ¿y el sentido del humor?
Bueno... es que Sócrates fue el primer humorista. Yo no sé nada y lo pongo todo en duda.

¿Si algo no puede tener el humor es miedo?
El humor es un reflejo ante el miedo, por lo menos la sonrisa, lo vemos en los primates, que cuando están asustados sonríen. Y cuando alguien sufre un susto de aquellos de ‘pa’habernos matao’, lo primero que sale es el humor.

¿El humorista tiene ahora menos libertad que hace 20 años?
Hace 20 años si atacabas a ciertos colectivos también recibías palos. Yo creo que el humor auténtico debe desafiar al poder, tiene que surfear el mar de la crispación.

¿Tener que ser siempre gracioso es la maldición del cómico?
Desde luego, cuando estás en una cena o tertulia todos esperan que intervengas con alguna cosa ingeniosa.

¿El dinero es un dios más fuerte que el humor?
Sí, y ya ni siquiera por lo que te permite obtener sino por la sexualidad que tiene.

¿Es este un país de chiste en el que nos tomamos las cosas demasiado en serio?
Buena definición que también podría funcionar al revés.

¿Por qué en España el éxito se mira siempre desde la sospecha?
Porque nos han convencido de que lo nuestro es chico, hay un inconsciente colectivo basado en el fracaso debido a las hostias que históricamente nos hemos dado. Pero la verdad es que atesoramos muchos logros culturales, aunque nos convencen fácilmente de lo contrario.

En una entrevista sentenciaba que ‘los españoles sin humor seriamos franceses’. ¿Es una critica velada a la pantomima relamida del señor Tati o al histrionismo cargante de Louis de Funès?
(Risas) Tengo muy mal concepto de la comedia francesa, desde Molière no han hecho nada gracioso.