Con Benji estuvimos charlando un rato antes de que comenzara a trabajar. | Click

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Le conocimos la otra tarde cuando estuvimos tomando un cortado en el bar donde trabaja. De entrada nos pareció un tipo bien enrollado. Y en cuanto al servicio, sobresaliente. Muy bronceado, Benji no es muy alto, delgado, pero en buena forma -al menos es lo que parece-, con la cabeza afeitada, camiseta sin mangas y pantalón corto, ambos de color negro, servicial en la medida justa, siempre sonriendo… Y hablamos con él antes de que comenzara su horario laboral, pues no quisimos apartarle ni un minuto de este.

Infancia y adolescencia duras

«Antes de trabajar aquí, fui mayordomo de una pareja francesa, gay, con los que incluso viajaba. Pero llegó un día que me di cuenta que necesitaba cambiar de trabajo. No por nada, pues con ellos me sigo llevando muy bien, hablo a menudo y saben que me tienen siempre si me necesitan. Pero, como digo, necesitaba cambiar. Y como en mi camino se cruzó este lugar, que me gustó, tanto por como dónde está, como por la clientela habitual que tiene… Pues aquí estoy, muy a gusto».

Está claro que es gay. «Pues sí, lo soy -afirma-. De toda la vida, además… Quiero decir que nunca salí del armario, pues siempre viví fuera de él. Y como nací en la época en que aun vivía Franco, en casa me protegieron siempre… No eran tiempos propicios para los gays, puesto que, según me contaron después, en esa época, como pillaran a uno, le afeitaban una ceja. Una salvajada, vamos… Pero las cosas estaban así para nosotros. Incluso después de que este señor muriera. Y lo digo porque lo de ser gay lo sufrí desde pequeño. Los chicos del barrio me insultaban, me llamaban maricón cada dos por tres, me tiraban piedras… En casa teníamos el súper cerca… Pues cuando mi madre me mandaba a comprar algo, para evitar que se metieran conmigo, daba la vuelta a la manzana. Incluso cuando fui más mayor, cada vez que llegaba a Son Serra, mi barrio, en la moto, rezaba para que el semáforo estuviera verde, porque como me parara, más de una vez escuchaba insultos. En cambio, en el colegio, no tuve problemas, seguramente porque estaba más con las niñas que con los chicos, ya que me sentía más a gusto con ellas que con ellos».

Donde tampoco tuvo muchos problemas por ser gay fue cuando estuvo en la mili. «La hice en Son Banya, en Intendencia. Procuré pasar lo más discretamente que pude, y reconozco que tuve suerte, pues todos me respetaron. Durante el servicio coincidí con otros gays, de los que me hice amigo. Hoy, algunos de ellos siguen siendo grandes amigos míos».

La promiscuidad y él

Nos confiesa que está soltero y sin compromiso. «Como me siento femenina, me gustan los hombres…-se ríe-. Sí, para mi quisiera un hetero, alto y maduro, pero… Pues que por eso estoy sin pareja, porque no sale ese hombre. Y no sale porque los que hay, o están pillados, o si aparece por ahí alguno es porque está echando una canita al aire…».

Aunque acepta que en el planeta gay hay mucha promiscuidad, niega rotundamente la leyenda «de que nos acostamos con el primero que pillamos… ¿Que alguna vez te vas con alguien que ni te imaginas…? Puede. Pero eso no es frecuente».

También, como cualquier muchos, echa mano de las redes sociales para ligar, «y es que no queda otro remedio. Internet se ha cargado la mayoría de bares de ambiente, a los que antes íbamos. Por eso, ahora, o Internet, o... Y es que no hay otra…Yo, por ejemplo, utilizo la Grindr, que es casi ir a tiro hecho. ¡Hombre!, no es llegar y besar el santo, pero encuentras muchas oportunidades. Y si no, está ‘La niña muerta’». Le decimos que no entendemos a lo que se refiere cuando dice ‘La niña muerta’. «Son lugares de encuentro, en plena naturaleza, a los que vas a lo que vas, por tanto, sabes que los que van, van a lo que tú. Además de ‘La niña muerta’, que se encuentra en la zona de Cala Estancia, en un pinar, está también Sa Taulera, y están algunos baños, como los del aeropuerto… Es lo que se denomina lugares de cruising gay, que pueden estar en plena naturaleza o en locales cerrados», nos aclara.

Sorpresas que da la vida

Más adelante nos cuenta «que a veces te llevas alguna que otra sorpresa», en el sentido de que ligas a alguien, con quien mantienes relaciones más o menos esporádicas, «y te encuentras, generalmente por casualidad, con que esa persona es la que menos te imaginas. Lo digo porque en una ocasión ligué a un chico en el Yupis, un bar de Joan Miró, frente al Black Cat. Nos vimos varias veces, hasta que un día, estando yo en la celebración de la patrona de un cuerpo, entre los militares me llamó la atención un grupo de hombres vestidos igual, de oscuro, entre los que estaba él. Pregunté a uno de los que venían conmigo si sabía quiénes eran, y... Son curas, me dijo. Flipé… Aunque flipó más él cuando me acerqué y me vio. ¿Que qué hizo…? Bajó la cabeza, no me dijo nada y se fue. Yo tampoco le dije nada, ¿para qué…? Hace tiempo nos cruzamos en la calle y ni nos saludamos».

Le pedimos que aconseje a los gays que siguen en el armario, o que se aferran a quedarse en él, por temor, vergüenza…. «Pues, muy sencillo. Les diría que salgan de él, pero ya. Primero, porque se liberarán totalmente. Y segundo, porque aunque intentes engañar a la gente aparentando lo que no eres, al final todo se sabe, y más en esta isla, en la que casi todos nos conocemos. Por eso, mi consejo es que no duden más, ni teman más, y que salgan».

¿Sería bueno, para el movimiento gay, que algún futbolista, o deportista en general, o un político, famosos, por supuesto, y gays, salieran del armario, es decir, airearan públicamente su condición? «Por supuesto que sí. Eso nos beneficiaría muchísimo… Eso es tan bueno, como malo es que algunos de nosotros, traten de llamar la atención públicamente, sea por su forma de vestir, ademanes, gestos, maquillaje…». Por ser unas locas, le decimos. «Pues sí. Algunos se pasan, lo cual nos perjudica».

La vio en el diario, y...

Promesa cumplida. ¿Recordáis la entrevista que le hicimos hace unos días a la pintora uruguaya, afincada en Palma, Nanda Mas, sobre el retrato que, seis años atrás, le había empezado a hacer a un conocido abogado de la Isla, y que a punto de terminarlo, a causa de una serie de circunstancias, había perdido todo contacto con él, por lo que no había manera de localizarlo, pues no sabía dónde vivía, ni tampoco tiene su teléfono…?

Objetivo cumplido: Él contactó con ella.

Pues bien, el día que en esta sección se publicó su entrevista, Nanda supo de él, «pues contactó conmigo. Y es que ya comenté que era una persona muy amable, cosa que ha puesto de manifiesto una vez más».

No sabemos si han quedado en verse, o si lo han hecho, cuándo y dónde ha sido. Pero seguro que nos enteraremos. Y seguro también que el abogado, cuando sepa que el fondo de su retrato está inspirado en el de la Mona Lisa, dará su visto bueno.

¿Qué pensamos...? Pues que nos encanta ver como los medios de comunicación tienden puentes entre las personas que perdieron el contacto entre ellas.