La llegada de septiembre significa el final de las vacaciones para miles de turistas. Imagen en un aeropuerto español. | Efe - PABLO MIRANZO

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La vuelta a la rutina puede costar más de lo que parece y acabar en el conocido como síndrome postvacacional, un conjunto de síntomas y emociones negativas que aparece al término de las vacaciones y que puede prolongarse hasta quince días, según advierten los psicólogos. Los expertos aclaran que este síndrome no es un cuadro clínico, sino un «proceso de adaptación» para volver a la práctica laboral.

Lo normal es que los síntomas que aparecen al retornar de las vacaciones duren dos o tres días, aunque en algunas personas se alarga hasta las dos semanas. Si la sintomatología dura más, los profesionales aconsejan que se pida ayuda psicológica.

«Hay personas que experimentan estos sentimientos de una forma muy intensa, hasta el punto de que se pueden bloquear en el proceso de adaptación», explica la vocal del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid Mercedes Bermejo.

Entre los síntomas más comunes de este síndrome destacan el desánimo, la apatía, los pensamientos negativos, el insomnio o la irritabilidad, según detalla el psicólogo del Colegio de Psicólogos de Madrid Miguel Hierro. Una mejor gestión de este periodo puede ayudar a prevenir la aparición de cuadros ansiosos-depresivos y a mejorar las relaciones de pareja y familiares.

Aunque depende de cada persona, y no todas lo experimentan, «el volver a una rutina que requiere exigencia y estrés elevado hace que la vuelta sea más costosa», incide Bermejo.

La vuelta a los horarios establecidos hace que, en ocasiones, se produzca un «choque muy fuerte que el cuerpo nota», según señala la psicóloga Silvia Álava. Además, el paso del bienestar y la felicidad a un escenario de estrés y exigencia afecta al estado de ánimo y produce un malestar en general no sólo en los adultos, sino también en niños y adolescentes.

En etapas tempranas de la infancia y la adolescencia hay que tener un especial cuidado, en especial cuando están en un «proceso de maduración cerebral o cambios hormonales», ya que estos cambios bruscos pueden crear una sintomatología más severa, sostiene Bermejo.

Para volver a la rutina con normalidad los expertos recomiendan que el cuerpo esté bien descansado y marcar unos objetivos a corto plazo, de manera progresiva y poco exigente, adaptándose a la rutina «cuidando el bienestar y la salud mental». Es necesario además adecuar los horarios unos días antes de la vuelta, buscar actividades que entretengan y planificar el trabajo con el objetivo de que el cambio, al final, «sea lo menos brusco posible».