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Shella vive en Mallorca desde que tenía 12 años. Es mujer con garra, empuje y mucha positividad, que tiene un gimnasio con el que se gana la vida. Es madre de Anahí, de 16 años, que padece diversidad funcional, con la que ha hecho en dos ocasiones el Camino de Santiago: Anahí en una silla de ruedas y ella empujándola.

Durante tres años, Shella vivió en Sevilla, a donde fue en busca de una vida mejor. Allí conoció a un chico que se convertiría en el padre de Anahí, nacida con diversidad funcional por negligencia médica. «Alargaron demasiado el parto. Y después de nacer, convulsionó, de lo cual avisé, pero tardaron mucho tiempo en llevársela… Cuando sucedió, no pude denunciar por carecer de medios económicos. Y años después, cuando los tuve, fue tarde. Habían pasado los cinco años que marca la ley».

Tras la crisis, el cambio

A poco de nacer la niña, muy afectada por el diagnóstico de esta, Shella engordó considerablemente, alcanzando los cien kilos. «Un día, estando en casa, a la niña le dio un ataque de epilepsia. Me asusté… Intenté llevarla al médico, pero mi sobre- peso no me permitía cogerla, por lo que tuve que esperar a que me ayudara una vecina. Fueron momentos de desesperación e impotencia… Por eso, ese día juré que no volvería a pasar por una cosa parecida… Me dije que me iba a cuidar. Y así lo hice. Además de controlar mi alimentación, comencé a hacer deporte. A todo esto, y pese a que tenía trabajo en Sevilla, pero como no quería dejar a la niña sola, regresamos a Mallorca para comenzar una nueva vida junto a mi núcleo familiar… Pero no fue en Palma donde empecé a trabajar, sino en Manacor, ya que allí me ofrecieron poder estar en una casa de acogida… Y como a poco de estar allí encontré trabajo, pude alquilar un piso, lo que nos permitió vivir allí durante dos años, hasta que mi hija pudo entrar en Aspace, por lo que nos mudamos a Palma. A la niña la vienen a buscar desde Aspace por la mañana y la devuelven por la tarde, lo que me permitía trabajar, como cocinera. Y como mis ocupaciones me dejaban tiempo libre, pude estudiar para entrenador personal, y al conseguir el título di clases, reuniendo dinero para abrir un gimnasio, el Infinity Body and Fitness, lo que me permite pagar el alquiler del piso y vivir. Y por supuesto, dedicarme a mi hija. Porque al ser madre soltera, soy madre y padre a la vez.»

Campeona de halterofilia

Aparte de dar clases en su gimnasio, Shella se inició en halterofilia, y a poco empezó a competir: en 2020 se proclamó campeona de España en 55 kilos. En 2022 se colgó la medalla de bronce en los campeonatos de España, categoría de 59 kilos, título que repitió un año después. «Además, soy campeona de Europa y del mundo, en masters».

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Desgraciadamente, el universo del deporte está mal repartido. Mientras en algunos premian a los mejores con contratos millonarios, en otros, los que destacan apenas aparecen en los diarios, y cuando lo hacen es de tarde en tarde, y en pequeños espacios. Pero eso a Shella no le importa. Es una competidora nata, tanto en la vida, como lo demuestra sacando a su hija adelante, como en el deporte. Y encima da clases y tiene un gimnasio, gracias a lo cual sobreviven, a veces con ciertos sacrificios, por los alquileres, que son cada vez más altos…

Shella no es mujer que se queje, sino todo lo contrario, se crece ante las dificultades… Aunque hay una, que si no existiera, todo iría mejor, sobre todo para Anahí. Y es que en según qué momentos del día tiene que cargar con su hija. Y debe de hacerlo, por ejemplo, cuando la sienta en la silla de ruedas, cuando la traslada de esta al coche, y cuando la introduce en el vehículo.

De qué modo lo agradecería

«En lo de trasladarla de la cama a la silla, no hay problemas. Pero sí los hay cuando la llevo de la silla al coche, primero, sacándola de la silla, y en brazos, llevándola al asiento, y luego metiendo la silla en el coche, silla que pesa 50 kilos. ¡Ah!, y la misma operación hago cuando llegamos al destino, pero al revés. Y estos problemas se hacen mayores los días de lluvia o de viento. La niña se moja, yo me mojo, la silla se moja… Por eso quisiera pedir una furgoneta, no digo nueva, pero sí en buen estado, adaptada para una persona como Anahí. Y yo, de la única forma que se lo podría pagar mostrándole nuestro agradecimiento y en las competiciones nacionales e internacionales que participe, si es una empresa, llevar su logo en mi camiseta. Sé que es pedir mucho, pero sé que hay gente de gran corazón, que por ayudar a alguien hacen las cosas sin mirar lo que cuestan».

A través de esta página, a veces hemos logrado que los sueños se conviertan en realidad. ¿Por qué no puede ser, gracias a vosotros, realidad el sueño de Shella? Contactad con ella, si queréis, a través de Sheilabadaseraye87@gmail.com.