Miguel Monegal. | Click

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Miguel Monegal es pintor y escultor. De hecho, ahora, en estos días, en el CID (Es Molinar) expone esculturas junto a las pinturas de su amigo Carlos Penas, una exposición que les recomendamos que vean. Con él estuvimos la otra tarde sentados en torno a una mesa, tomándonos un café, y hablando de él y de sus trabajos. Y también de lo complicado que es vivir del arte en los tiempos que corren, donde las exposiciones, sobre todo el día de la inauguración, se llenan de gente que asiste, sobre todo con la intención de reencontrase con amigos, tomarse unos canapés y unas copas, gratis, por supuesto, hacerse unas fotos por delante de las obras expuestas y… pues que lo que menos les importa es lo qué se expone y quién expone.

Miguel frunce el ceño, que -entendemos- es una forma como otra cualquiera de darnos la razón, puesto que la cosa es cómo os la cuento. «Yo también diría que el galerista, y no generalizo -nos dice-, pues hay galeristas muy buenos…. Digo que, aparte de ceder o alquilar la galería, debería saber vender la obra que se expone en ella, cosa que no todos hacen, o no pueden, pues no todos tienen una cartera de clientes a los que a lo mejor les pudiera interesar algunos trabajos de la colección expuesta».

¿No quitaría también lo de la copa o lo del canapé… O, si no, quién quisiera una u otra cosa, o las dos, que las pagara, y que el dinero se entregara a un comedor social, por ejemplo…?
-No estaría mal eso, pero la gente no está acostumbrada. Mucha gente no tomaría la copa y se iría. Y en la próxima, igual ni venía. Y es que está acostumbrada a que al asistente le inviten a algo… Lo mismo ocurre con las presentaciones de los libros…

Pues en las ferias del libro, no se dan copas ni canapés a los asistentes, y los espacios se llenan. Tampoco se invita a una copa, sino que encima se compra la entrada, si uno visita determinados museos…
-Sí, claro. Es así. Pero, al menos aquí, lo de las exposiciones y presentaciones de libros está montado con copa y canapé. Y como eso es un precedente, no va a ser fácil acostumbrar a la gente a lo contrario

-Vale… Pero había que comentarlo, ¿no?

Miguel sonríe. Él, como todos, sabe que es así… Pero a ver quién le pone el cascabel al gato….«Por eso no será fácil cambiarlo…»

Sí, no lo será, seguramente por temor a que si lo haces la asistencia mengue, pero… ¿Y qué? Todo es cuestión de ir educando a la gente. Mentalizarla a que lo importante, a que lo que vale, es la exposición en sí, el artista, no el canapé, ni la copa, ni el postureo…Pues ahí lo dejamos, y si se decide alguien por el cambio, que lo diga, que ahí nos tendrá apoyándole.

Otra cosa, Miguel, ¿usted es biólogo, no?
-Sí, estudié la carrera en la UIB… Pero al terminarla, tras siete años, pues repetí dos, no me sentí Biólogo. Lo intenté, pero no. No era lo que yo quería ser…. En realidad, desde que estudiaba el bachiller en el Luis Vives, quería ser veterinario, pero la nota que saqué en selectividad no me bastó, y elegí Biología pensando en segundo curso hacer un puente, convalidando asignaturas, y pasarme a Veterinaria… Pero no me salió bien la jugada. Y es que no fui un estudiante brillante, sino todo lo contrario. Y encima, disléxico, lo cual no jugaba a mi favor. Y por si faltara poco, el cambio de colegio a facultad me marcó mucho.

¿Por qué no trabajó en banca…? Su padre era bancario, por lo que tengo entendido.
-Sí, trabajó en la Caixa. Era una persona que le daba mucha importancia al estudio, por eso me animó siempre a que supiera más. Y en cuanto a lo de trabajar en banca…Pues no trabajé, pero si tuve experiencia en ella, ya que en una ocasión trabajé en un banco…

¿Durante los estudios de Biología sintió alguna vez la llamada del arte…?
-En realidad, primero fui a una academia de dibujo, a pintar, luego me enrolé en la escuela de pintura de Joan Vich, y posteriormente en la de escultura de Isabel Ballester, hija de Cándido Ballester. No se si fue una llamada. Pero está claro que si fui a esas clases es porque la escultura y la pintura ya me gustaban por entonces

-¿….Y?
-Pues ya le digo. Porque pintar y esculpir me gustó siempre.

Sin embargo, terminó la carrera y se puso a trabajar cómo biólogo, no cómo artista…?
-Sí. Finalizada la cerrera hice la mili, y terminada esta, un amigo de UIB, biólogo como yo, pero muy emprendedor, me propuso crear una empresa, un laboratorio… Eso sí, me dejó muy claro que empezábamos de cero. Y yo le dije que sí, y no pusimos en ello. Nuestro trabajo giraba en torno a análisis de alimentos, de aguas residuales, auditorías de hoteles… En eso estuve 15 años. Al principio, como no daba mucho dinero, pedí una excedencia y durante medio año trabajé en el Crédito Balear, en una oficina de Mahón, para regresar al laboratorio, al que empezaban a llegar clientes. Recuerdo que por uno de los primeros trabajos que hicimos a mi regreso cobramos 80.000 pesetas de entonces. ¡Mucho dinero…! Por eso lo celebramos.

A partir de ahí, la empresa fue creciendo, aumentando el volumen de clientes, lo cual me ilusionó mucho…. Hasta que empecé a perder el interés por ese trabajo, dándome cuenta de que no era para mi. En cambio, sí acrecentó mi interés por el Arte… Hice una exposición en Llucmajor y me fue genial, quiero decir que vendí mucho, lo que se tradujo en dinero y en que algunas de las galerías de Palma se interesaran por mi… Pero me dio un bajón y regresé de nuevo al laboratorio… Murió mi padre, lo cual fue un palo tremendo para mi… Conocí a una médico, nos convertimos en pareja, tuvimos dos hijos… Pero volví a no sentirme bien en el laboratorio… No rendía, ¿sabes?, lo cual hacía que no me sintiera bien conmigo… A los nueve meses de nacer mi segundo hijo, ella y yo nos separamos, y también dejé mi trabajo en el laboratorio. Por tanto, vuelta a empezar. Como tenía un estudio, hice trabajos de restauración, entre otros, parte del convento de Santa Clara… Y como soy un poco manitas, cogí otros trabajos, como el de pintar paredes… Sí, me pinté varias oficinas de Sa Nostra, y entre otras cosas pisos de desahuciados. Por cierto, en uno de ellos se me partió el corazón al encontrarme en un dormitorio todos los juguetes y la ropa de la niña que dormía en él. Todo lo había dejado allí, seguramente porque sus padres no sabían dónde meterlos. Lo triste es que a esos juguetes, tras recogerlos, ,los tiraron…».

Pese a esos vaivenes en el trabajo, sentía que lo que más le tiraba seguía siendo la escultura y la pintura. «Vivía en casa de mi madre, y a veces en mi estudio de la calle de Montesión. Eran tiempos en los que seguía alternando la limpieza y la pintura de pisos, con la pintura y la escultura, hasta que, definitivamente, estas pudieron con todo lo demás»,

Y a vivir de la una y de la otra…
-Sí, porque, lo tuve claro, es lo que me gusta. He dado también clases, pues a veces el Arte no da para todo.

¿No hay muchos artistas en Mallorca…? Lo digo porque la cantidad de exposiciones que se inauguran semanalmente.

-Puede que sí, que seamos demasiados, y que… ¿Sabe lo que pasa…? Pues que algunos, a nada que han ido a cuatro clases, se creen que saben y hacen una exposición. Lo digo con conocimiento de causa, ya que algún alumno mío, a poco de empezar, ha pintado unos cuadros y los ha expuesto y… Pues que el Arte no es eso, sino que requiere un aprendizaje, una madurez. Por eso también muchos comienzan, pero terminan dejándolo. Lo mismo pasa con los escritores. Para escribir se ha de tener tema, luego saberlo exponer y que encima enganche al lector, lo cual no es sencillo.

Suponemos que la Biología nada tiene ya que ver con su vida...
-Pues no. Hoy por hoy, lo mío es la pintura y la escultura.

Como biólogo que es… Pues lo quiera o no, lo es… ¿Está tan mal la tierra cómo se dice?
-Pues sí. Y peor que se pondrá si no tomamos conciencia que los culpables de que está así somos nosotros, empezando por los más poderosos…

La próxima semana hay cambios en las instituciones. ¿Qué les pide en cuánto al arte?
-Ante todo, que sepan elegir a la persona adecuada para ponerla al frente de los departamentos de Cultura. Y esa persona no solo ha de entender de Arte, sino que ha de hablar con nosotros, los artistas. ¡Ah!, y que nos abra puertas para exponer, en vez de cerrarlas, cómo han hecho hasta ahora. Que en Palma hay varios espacios, Palau Sollerich, Casal Balaguer, es Baluard y Ses Voltes que no sabemos quiénes pueden exponer en ellos. Y si lo preguntamos, tampoco nos lo dicen… Y otra cosa más: que la persona que pongan al frente de la Cultura que se deje de amiguismos, de ideologías y de colores, que el Arte no entiende de ellos.