Imagen del comedor SOS Mamás. | Click

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Toni Bauzá, del comedor social Tardor, por donde pasamos hace unos días, insistía en que este va a ser un otoño-invierno muy duro. «Por una parte –nos decía– se ha incrementado el número de personas, muchas de ellas mallorquinas, a quienes su renta mensual no les basta para vivir, por lo que vienen a buscar comida, y así se ahorran un dinero. Por otra, escasean los alimentos. Por otra, esa ayuda que pedimos al ciudadano en general de un euro al mes, no llega. Por otra, ha subido la electricidad y la gasolina, lo cual también nos afecta mucho…».

Pagaría el más débil

«¿Y por qué no cerráis todos durante unos días y mandáis a la gente a que vaya a buscar comida a Cort, al Parlament, a la sede del Govern…?» le preguntamos. «No resultaría. Si cerráramos, se buscarían la vida por otra parte. Ellos son supervivientes natos, sobre todo los que llevan tiempo, por tanto, capaces de hacer cualquier cosas por llevarse algo a la boca, por lo cual, Palma se llenaría de gente hambrienta buscando dónde comer, cosa que a los políticos, salvo honrosas excepciones, les daría lo mismo. Por eso hay que aguantar como sea y hacer frente a todo lo que nos venga en los próximos meses, que no será poco y nada bueno».

Tardor se esfuerza, pero la carestía de la luz y de los alimentos se lo están poniendo cada vez más difícil.

También en precario

Por su parte, Ascen Maestre, de SOS Mamás, tampoco anda muy contenta con las ayudas que están recibiendo, «y más cuando las necesidades de los comedores sociales son cada vez mayores, ya que cada día viene más gente, por lo que la demanda es también mayor…».

¿Olor a comida...?

Por cierto, nos dice Ascen que un establecimiento próximo a SOS Mamás, el nuevo, el que está en la calle Francisco Martí Mora, se le ha quejado de que desde que están ahí, «huele a comida».
Ascen, que no lo entiende, «porque entre su local y el nuestro hay un bloque, aparte que nosotros limpiamos cada día… Pero resulta que de pronto esa persona entra en nuestro comedor, quejándose, y le decimos que no lo entendemos… Porque nuestro local huele genial. Además, le decimos también que lo tenemos todo legal, desde los permisos a lo que nos pidan… Y... Pues que nos da lo mismo que tire de sus contactos, como nos ha dicho, para que cerremos… Porque igual esas amenazas se vuelven en su contra». A ver, pues, qué pasa. Esperemos que la cosa no vaya a mayores. «Yo, desde luego, como no tengo nada que esconder, estoy muy tranquila», apostilla Ascen.

La prisión, lo peor

Y otra cosa... Con Ascen Maestre estaba el escritor Samuel Bresson, al que vimos bastante bien, tras una temporada no muy buena que ha pasado, que, afortunadamente, está ya dejando atrás.
Según nos dijo, se había pasado por el comedor social de Ascen para saludarla, ya que se conocen de tiempos atrás, por lo cual no es malo visitar a los amigos aunque sea de tarde en tarde. Y Ascen le invitó a comer para que viera cómo funciona el comedor social, del que se llevó una gratísima impresión.

Nuevo libro

Como recordaréis, Samuel Bresson es autor de numerosos libros de poesía, que en ocasiones ha recitado en locales ante un público entendido, al que ha encandilado. Ahora, durante el tiempo en que ha estado apartado de este mundanal ruido en el que habitamos, ha escrito otro, Encarcelada la materia en la que habito, en el que «relato mi experiencia tras mi paso por prisión», lugar, para él, mucho peor que una clínica mental o un albergue para los sin techo, porque «no sé cómo será vivir en un hospital, en el que no he estado, pero es peor que esos dos sitios en los que sí he estado.

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Ascen Maestre recibió la visita de Samuel Bresson.

Allí dentro te das cuenta de la realidad que te rodea y de la que tiene lugar en la otra parte de los muros, de la cual no eres consciente. Incluso me atrevería a decir que peor que la prisión solo hay dos cosas: una enfermedad grave y la muerte. Salvo eso, no creo que haya nada».
Entre otras cosas nos comenta que tras haberse desligado de la editorial que le publicó algunos de sus libros, está negociando con otra, teniendo la impresión de que estas, las negociaciones, aunque lentamente, van por buen camino. Pues nada, a la espera quedamos de tener pronto en nuestras manos Encarcelada la materia en la que habito.

Operación Kilo

Y regresamos –y acabamos por hoy– a las ayudas a comedores sociales. Porque resulta que la otra mañana, en el supermercado Eroski de la calle Antoni Marqués, de Palma, en la puerta nos encontramos con Catalina Cunil y Rosario Fuster, de Zaqueo, con un carrito casi lleno de productos que los clientes compran para ellos. «Todo esto lo han montado los rotarios a través de su Operación Kilo, que por lo que vemos está yendo muy bien, y en este caso gracias al espíritu solidario de los clientes de este supermercado».

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De la mano de la Operación Kilo, de los Rotarios, Catalina y Rosario recogen en un supermercado Eroski alimentos para Zaqueo.

Catalina nos dice que también andan faltos de alimentos, «especialmente nos falta pasta, legumbres cocidas, enlatados (atún, sardinas, etc.), galletas, cacao soluble. También andamos necesitados de lavavajillas, gel de ducha, champú, cepillo dental, dentífrico y artículos de higiene personal y del hogar. Y como no tenemos cocina, necesitamos personas, o grupos de ellas, dispuesta a cocinar para nosotros. Quienes estén dispuestos a ello, que contacten a través del teléfono 619 044206».