Los minusválidos de la playa de Ciutat Jardí se quejan de las deficiencias de los servicios que hay para ellos. | Click

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Hace dos semanas denunciamos en esta página el mal estar de los socorristas de la playa del Coll d’en Rabassa –al que se suman los de las otras playas del municipio palmesano–, todo, ¡sobre todo!, por la escasez de medios –dos aletas para todos, sin moto acuática, sin barca de salvamento, con una sola torre de vigilancia en pésimo estado, con un acceso (a ella, y de ella a la playa) inadecuado, con un horario también inadecuado, con unos sueldos de vergüenza, etc.–, a lo que hay que añadir el pésimo estado de los medios que disponen para que se puedan bañar las personas con discapacidad, algunas de las cuales, sobre todo las que utilizan determinadas sillas de ruedas, se encuentran con serias dificultades para acceder a esas zonas. A ello sumemos el deprimente estado de los lavabos –en el de minusválidos, cuando abres la ducha, como el desagüe está deteriorado, se inunda por completo–, y si es el techo del mismo, que es de madera, está que se cae, aparte de que, dado su estado, es de lo más antiestético al estar deteriorado, como se puede apreciar.

«Que vengan y lo vean»

Pues bien, todo eso sigue igual. Los socorristas, molestos, y los minusválidos, ninguneados. ¡Y eso que ya hemos denunciado! Sin embargo, desde las alturas guardan silencio, o se van por las ramas hablando de cambios climáticos y cosas de esas que no solucionan nada, cuando lo suyo sería que los responsables municipales de dichas playas pasaran de la palabra a la acción, se dieran una vuelta por las mismas, verificaran que cuanto los socorristas denuncian es cierto, cosa que es fácil de comprobar subiéndose a la torre, sintiendo en ella un calor que les achicharra, o empapándose cuando llueve, o intentando nadar trescientos metros sin aletas imaginando que van a rescatar a una persona que se está ahogando, o qué harían si necesitando una moto acuática para una emergencia no disponen de ella… Que vieran también el estado cochambroso en que se encuentran los elementos que utilizan para trasladar a los minusválidos al agua, así como el estado de los servicios de duchas y váteres. Es más, que intentaran utilizarlos, ¡a ver qué pasaba! ¡A ver cómo se sentían! Vamos, que por un rato al menos, se convirtieran en socorristas o en minusválidos. ¿Por qué no lo hacen? O bien, ¿por qué no hablan con los minusválidos, y dejan que les cuenten la odisea diaria que viven, como hicimos nosotros? Sí, hablen, como hicimos nosotros, con Tolo Prats, Ángel Vega y Mariano Fernández, que viven en una silla de ruedas, pero que cuando pueden van a esa playa utilizando los destartalados y oxidados medios que la autoridad competente pone a su disposición… ¡Venga, háganlo! Dejen que les muestren las dificultades con las que acceden a su zona, eso cuando no se caen de la silla a causa de la arena. Que les muestren también las sillas, carritos, muletas, etc., con las que los socorristas los trasladan hasta el agua… Abandonen durante un rato sus despachos, acérquense a sus playas y compruébenlo ustedes mismos. Y en lo de ustedes incluimos también a la oposición.

Otro Piccolo

Tras un mes de estar cerrado, el Piccolo, bar ubicado en Passeig Mallorca, ha reabierto sus puertas y... Pues nada que ver de cómo era antes, puesto que la claridad en todos su aspectos es su denominador común, por lo que José, que es quien lo lleva desde hace unos años a esta parte, puede estar bien satisfecho, y es que el cambio, además de lo que ha supuesto en su mejora estética, ha atraído a más clientela, como puede apreciarse desde su reapertura. Clientela de desayuno y de copas, y suponemos que clintela para el tardeo de los viernes también, porque en días como esos, la zona se ha puesto muy de moda desde hace un tiempo.