Distancia social, mascarillas, grupos burbuja, clases semipresenciales... analizamos los nuevos modelos del curso escolar, desde USA hasta Australia. | Archivo

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La vuelta al cole este curso es una preocupación más que quita el sueño a todos los padres. La crisis del coronavirus genera confusión, incertidumbre y dudas sobre la forma en la que los niños vuelven a las aulas y el panorama mundial ante esta cuestión es muy dispar.

El inicio del curso escolar en los centros de Baleares se ha producido de forma escalonada desde la semana pasada para evitar focos de contagio, priorizando la vuelta de los más pequeños. El uso de la mascarilla es obligatorio a partir de los 6 años y sobre la mesa continúa la idea de que los niños a partir de 3 años tengan que portarla cuando estén en zonas comunes como pasillos o autocares. Y es importante recalcar que los centros escolares han tenido libertad para tomar otras medidas según sus necesidades. ¿Ha sido suficiente para los padres? La polémica ha durado semanas, sobre todo por la falta de planificación y medidas claras hasta unos días antes de reabrir los colegios. Pero lo que le sorprenderá a más de un progenitor preocupado es que en todas partes cuecen habas.

Opción de clase online o presencial, grupos burbuja, primer día de clase sin guardería asignada, mascarilla a todas horas o comer en clase son algunas de las medidas que se han tomado en diferentes países... Así es la vuelta al cole más incierta en el mundo, o al menos en Estados Unidos, Australia, Francia y Reino Unido.

Medidas justas

Antinoo Ruiz ha comenzado su segunda rentrée escolar este año 2020. Reside desde hace cinco años en la ciudad de Beauvais, al norte de París, donde imparte Lengua española a alumnos de entre 14 y 17 años en el instituto Saint Vincent de Paul. Su región fue una de las más castigadas por la pandemia y de las primeras en confinarse. En febrero cerraron el instituto y no volvió a abrir hasta mayo. El mes y medio de curso que restaba se realizó con puertas y ventanas abiertas y una asistencia mínima, ya que muchos padres prefirieron que sus hijos no acudieran de forma presencial.

Antinoo Ruiz, Beauvais (Francia)

Licenciado en Historia por la UIB, se trasladó al sur de Francia en 2014 para trabajar. Un año después logró una plaza como profesor de Lengua castellana en el instituto Saint Vincent de Paul, en Beauvais. El curso escolar en el país galo comenzó el pasado 1 de septiembre con pocas medidas anticovid: mascarilla obligatoria para docentes y alumnos toda la jornada lectiva.

Este curso 2020/21, que en Francia comenzó el pasado día 1, su centro está siguiendo el protocolo sanitario nacional: mascarilla obligatoria para docentes y estudiantes durante el tiempo que se esté en el instituto, hidrogel cada vez que se entra en una sala y separar a los alumnos en la medida de lo posible. «No se han cambiado horarios; no hay opción a clases online, de lo cual me alegro, porque el final de curso fue un desastre a nivel académico; y no hay ninguna psicosis por parte de padres, alumnos y profesores. Intentamos llevarlo lo mejor que podemos, soportando la mascarillas en clase a 32 grados, como estamos ahora, y con la vista puesta en el cierre de colegios, 22 desde que comenzó el curso hace poco más de 15 días», enumera el docente.

100 días sin casos

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Emma Rigo puede estar tranquila. 100 días sin casos nuevos de COVID-19 en Perth (Australia). «Y no se esperan contagios, porque las fronteras siguen cerradas a cal y canto, y la ciudadanía aplaude la decisión», comenta esta mallorquina, que se trasladó hace dos años y medio a Australia con su marido y sus dos hijos, de 9 y 6 años.

Familia Khan Rigo, Perth (Australia)

Emma Rigo se trasladó a Western Australia con su familia hace dos años y medio desde Reino Unido. Los colegios cerraron sus puertas en marzo, pero un mes después reanudaron las clases. Ahora, a dos meses de finalizar el curso escolar en Australia, sus hijos, de 9 y 6 años, van al colegio con total normalidad, excepto por una limpieza más estricta de las zonas de juego.

«El confinamiento duró un mes y, por supuesto, fue muy light, ni comparación con lo que se ha vivido en España. El colegio de mis hijos tomó la decisión de reanudar las clases unas semanas después. Las medidas pasaban por una limpieza más exhaustiva de la zona de juegos y prohibir la entrada de los padres en el centro, pero hasta eso se ha relajado ya. Ni mascarillas ni gel hidroalcohólico ni nada. Piensa que en clase hay una media de 26 alumnos por aula y mucho espacio para separarlos si hace falta», señala Rigo, que tiene la vista puesta en el final de curso, previsto para diciembre, sin saber si podrá viajar a Mallorca. Atenta también a las noticias que llegan de otras zonas del continente australiano, como Sidney o Melbourne, donde la situación por la pandemia se ha agravado. «Algo bueno tiene residir en una de las ciudades más aisladas del planeta», finaliza la mallorquina.

¿Online o presencial?

La familia Lindo Aguiló acaba de finalizar la cuarentena impuesta por el gobierno norteamericano, tras pasar el verano en Mallorca. Viven en Nueva York desde hace cinco años, el epicentro de la pandemia en Estados Unidos, al menos durante los meses de marzo y abril.

Familia Lindo Aguiló, Nueva York

David es profesor e investigador en el Museo de Historia Natural y Queta da clases en la Universidad de Columbia. Su hijo mayor, Quelenn, de 8 años, vuelve el día 29 a clase de forma semipresencial,solo dos días a la semana y con la mitad de sus compañeros. Olivia, la pequeña de dos años, está a la espera de entrar en preescolar en el centro público de su barrio.

Quelenn, el mayor de sus hijos, vuelve al colegio el día 29, con dos semanas de retraso. El centro escolar en el que estudia planteó un modelo híbrido a los padres: quien quisiera podría seguir estudiando de modo online; o elegir la modalidad semipresencial, repartiendo la clase en dos grupos, unos acudirán lunes y martes al centro, alternando los miércoles con el otro grupo, que irá jueves y viernes. «Nosotros hemos optado porque vuelva a clase con sus compañeros. Es bueno para él y también para nosotros, que trabajamos desde casa. Doy clase en la Universidad de Columbia y allí seguimos hasta nueva orden fulltime de forma virtual», explica Queta Aguiló, al tiempo que señala que el servicio de bus escolar y de comedor vuelven a funcionar, pero se quedará sin extraescolares hasta nuevo aviso. ¿Y con la pequeña Olivia, de dos años? David y Queta están a la espera de conseguir una plaza en la guardería del barrio, ya que el centro privado de preescolar al que iba ha cerrado sus puertas por la crisis. «Cualquier día de estos podemos volver a estar como hace unos meses, es decir, todos en casa, estudiando, jugando y trabajando. Pero vamos a hacer una vida normal hasta que ocurra», dice Aguiló.

Trail diaria

La familia Vélez Ferragut también se ha visto forzada a pasar una cuarentena obligatoria en su hogar de Londres, después de pasar el verano en Mallorca. Por eso, Diego (10 años), Marcos (8 años) y Clara (5 años) han vuelto al aula unos días más tarde que sus compañeros.

Familia Vélez Ferragut, Londres (Reino Unido)

Este familia mallorquina reside en Londres desde hace casi siete años. Los hijos, de 10, 8 y 5 años, volvieron al colegio el 9 de septiembre. Entre las medidas tomadas por su centro escolar, los alumnos entran y salen del colegio a horas diferentes o cajas de comida para los niños en lugar de bufet en el comedor.

Para María, su madre, profesora en una guardería londinense, el nuevo curso viene cargado de viajes a la escuela de sus hijos. El protocolo sanitario marcado por el centro escolar dice que los alumnos entran y salen a diferentes horas según edades, así que María, con tres hijos en diferentes clases, va a realizar una trail diaria este curso. «Todos los chicos han vuelto al aula, unos 30 por curso; hay un sentido de entrada y otro de salida para evitar aglomeraciones; comen en el comedor sin pasar por el bufet con su bandeja; cuando hay gimnasia, deben ir cambiados de casa; y exigen mucha limpieza de manos. Al menos no deben llevar mascarilla, como en Baleares, que me parece inhumano para los críos. Y pueden hacer extraescolares, un alivio para todos», finaliza la mallorquina.