Vista panorámica de Cala Figuera. | Gabriel Alomar

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Entre los rincones con encanto del verano en Mallorca, destaca Cala Figuera de Santanyí, antiguo puerto de pescadores abierto al turismo a partir de los años 60. Aquí se ha obrado el milagro, a día de hoy, de conservar esta actividad ancestral hasta el punto de constituir el mayor atractivo para sus visitantes.

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Recorrer sus deliciosas orillas rocosas salvadas en algunos tramos por pasarelas de madera, entre típicos varaderos perfectamente conservados, constituye una experiencia única en la Isla. Desde el centro de la villa, ante las agradables terrazas de los bares y restaurantes que se asoman a un mar de intenso azul, podemos descender al muelle de pesca donde atracan las barcas de bou, frente a la lonja del pescado.

Aquí se encuentran los pescadores tejiendo las redes y al fondo, se agolpa una multitud de pequeñas embarcaciones de pesca y recreo. La profunda entrada marina de esta Cala se divide en dos: Es Caló den Busques y Es Caló d'en Boira, a las que podemos llegar a pie por el borde de la orilla y por unas escaleras cortadas sobre el acantilado y en un bonito paseo bajo las casas de blancas fachadas. Muchas datan del siglo XIX entre algunas mansiones de principios del XX y chalets.