Javier Bermudo, preparando una parrillada de pescado en una residencia privada.

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Tener un cocinero en casa para que cocine en un evento o ‘ficharlo’ por un tiempo más largo durante las vacaciones se está convirtiendo en algo cada vez más habitual en Mallorca. Eso sí, no está al alcance todos los bolsillos. ¿Precios? Tan variables, según el acto y el tiempo, que los protagonistas prefieren no dar cifras.

Caroline Fabian

«Me gusta el cliente que sé que ha hecho un esfuerzo por contratarme»

Nacida en Munich en 1979, esta alemana que reside en Mallorca desde 2006, trabajó antes en Canadá. «Quería volver a Europa para estar más cerca de la familia, pero no a Alemania, y me decanté por la Isla». Hace 10 años, tras una tiempo en algunos de los restaurantes punteros de la Isla, comenzó en este mundo de los chefs privados. «No tenía ni idea. Lo único que sabía era que quería ser mi jefa». Lo primero que hizo fue comprar una furgoneta. Los inicios fueron duros, pero la situación ha cambiado tanto que ahora se permite no trabajar en agosto. «Necesito un parón para tener la misma energía en abril que en octubre. «Quizás, la base de mi trabajo es hacer la comida que me gustaría que me preparasen a mí». La cocina más solicitada es la mediterránea, «con mucho producto local, aunque también piden mucho gazpacho, tortilla de patatas o jamón. Las barbacoas y las tapas también son un éxito». La gran mayoría de sus clientes son extranjeros. «Alemanes, suizos e ingleses, sobre todo, y cada vez más estadounidenses». Como es fácil suponer, el poder adquisitivo de ellos es alto. «Es cierto, pero también hay clientes que han hecho un esfuerzo económico por contratarme y eso me gusta mucho».

Toni Caldentey

«Ser mallorquín me ayuda porque los clientes piden nuestros platos»

Toni Caldentey (Palma, 1989) estudió en la Escola d’Hoteleria de les Illes Balears y ha pasado por bastantes de los mejores restaurantes y hoteles de Mallorca. «Llevaba tiempo pensando en dedicarme a este mundo porque está muy estandarizado el trabajo en restaurantes y hoteles de 5 estrellas». Tras acabar en 2016 en el Mardavall, decidió lanzarse. «Hay mucho mercado y el 90 % es extranjero». Lo que en principio podía suponer una desventaja, Toni lo ve como una oportunidad. «Ser de aquí me ayuda porque los clientes quieren probar platos con productos mallorquines de temporada con una cocina saludable, de pocas salsas, mucha plancha y arroces». Toni lleva dos temporadas y se encuentra muy contento. «Me llaman mucho de empresas de alquiler vacacional para clientes que pasan aquí sus vacaciones. He llegado a estar en una por la que pagaban 8.000 euros diarios». Toni también se desplaza a menudo a Ibiza, donde existe otro mercado muy interesante. «Otro sector muy importante es el de los barcos, pero hasta la fecha lo he rechazado. Prefiero trabajar en tierra firme».

Ross Hutchison

«Trabajé en un yate de 100 metros con otros dos chefs para una familia»

Ross Hutchison (Houston, Estados Unidos, 1981) vive en Mallorca desde 2012. Un año más tarde se casó, y con su mujer comenzó a introducirse en este mundo. Su éxito ha sido tal que en la actualidad su empresa cuenta con otros dos cocineros. «Me encanta el aspecto personal de la cocina. Hablar con mis clientes, saber qué quieren y también aprender de ellos». Hutchison y su equipo trabajan tanto en residencias privadas como en barcos. «Junto a otros dos chefs cociné durante una semana en un yate de 100 metros de eslora para una familia. Nunca he visto tanto champán y caviar junto».

Hutchison se declara un enamorado «de todo tipo de cocina, desde la mediterránea a la más carnívora, por mis orígenes tejanos». Para este año tiene previsto abrir un espacio donde cocine para pequeños grupos y dé clases de cocina.

Javier Bermudo

«Estar tres meses con una familia saudí me da tranquilidad económica»

Menos mal que Javier Bermudo (Blanes, Gerona, 1984) nunca pensó en dedicarse a la cocina, porque desde los 17 años no ha parado. Tuvo como mentor a Joan Roca, adquirió experiencia en el País Vasco. «En el Arroka Berri de Hondarribia es donde he visto el mejor producto». La mujer de Javier es holandesa y, como los padres de ella viven en Mallorca, se trasladaron a la Isla en 2005. «Mi idea era buscar un restaurante propio, pero me di cuenta de que era carísimo». Un día, haciendo una barbacoa en el Mardavall, una clienta le dijo si podría ir a su casa a cocinar una. Y así empezó todo. «Un amigo me explicó que el mejor negocio es el que necesita menos inversión. Es cierto, pero sólo yo sé lo que he trabajado para llegar a tener un nivel».

Desde hace 10 años, Javier tiene tres meses ocupados con una familia de Arabia Saudí. «Esto me da una tranquilidad económica importante». Sus pedidos han ido aumentando de forma importante y desde hace dos años forma equipo con Konstantin Kirilov, un cocinero búlgaro que cuenta con una gran experiencia trabajando en barcos, pero que quiere prefiere asentarse en tierra.