Serena Sirini y Paolo Tonarini muestran varios envases de agua de mar de Megarawbar. | F.F.

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Un producto tan próximo y sencillo como el agua de mar puede convertirse en un excelente recuperador físico, además de ser saludable. Esa idea es la que trasladan Paolo Tonarini y su pareja, Serena Sirini, quien desde unos años regentan Megarawbar, una pequeña fábrica en Mallorca de productos de nutrición deportiva (barritas, geles, pasteles...) principalmente, aunque el paso del tiempo y el crecimiento de su mercado les ha llevado a abrir sus puertas en forma incluso de cafetería.

Pero la última novedad en su catálogo ha sido incorporar el agua de mar, que envasan, venden y distribuyen desde allí mismo. «Hay estudios que confirman que es positivo para el cuerpo, da energía al aportar oligoelementos», refiere Paolo Tonarini, quien además de propietario de la empresa es nutricionista deportivo. «Posee micronutrientes que permiten ayudar y dar fuerza a la aportacion de los macronutrientes», prosigue.

Dos empleadas, etiquetando los envases de agua de mar. Foto: F.F.

La cantidad máxima recomendada es el 250 mililitros -un cuarto de litro-, lo que equivaldría a unos nueve gramos de sales. En Lloseta se envasan dosis de 40 mililitros de ese agua del mar que aporta electrolitos y aporta «unas sales que son naturales, todo lo contrario que muchas que se usan en el mundo del deporte, que son químicas». Por ello, defiende el consumo moderado del agua del mar, apta para uso humano, «incluso adecentada con un poco de limón para darle gusto», apunta Paolo.

El agua llega hasta la sede de Lloseta a través de la empresa catalana Aqua Marina Costa Brava, que colabora a su vez con la Fundación Cousteau, y recoge ese agua en alta mar y a varios metros bajo la superfície. «Ahí se encuentran metales pesados, especialmente en la parte central del área de profundidad, más o menos a unos 50 metros», explica Tonarini, quien añade que luego, ese agua ya en tierra se somete a unos ciclos de filtración, «donde una lámpara ultravioleta mata posibles elementos contaminantes». Tras ello, en otro tanque se remueve permanentemente para evitar posos y otro filtro se encarga de regular el porcentaje de cloruros. Tras pasar por tres filtros o cribas, se envasa y luego en Megarawbar le dan la forma definitiva.

Imagen de la pequeña fábrica de Megarawbar, en Lloseta. Foto: F.F.

«Aunque no lo pueda parecer, ayuda a activar el cuerpo», asegura Paolo, que las recomienda incluso sin realizar práctica deportiva, «y sé que los hay que la toman en el desayuno», confiesa. Si se hace ejercicio, ese agua de mar aporta antes, durante y después del mismo, habiendo recibido 'imputs' positivos en todo momento. «Los hay que nos han mostrado su satisfacción a nivel de deportistas, pero otros como producto natural, y parece que hay un 'efecto llamada' y se va conociendo a partir de las experiencias de los que la han probado», refiere.

Envase de Aqua Marina Costa Brava. Foto: F.F.

Esta nueva apuesta de Megarawbar se suma a la ya asentada desde hace cerca de un lustro, apostando por el producto ecológico y de kilómetro cero, con proveedores locales (Artà, Esporles, Campos, Llucmajor...) de fruta, algarrobas, membrillo o frutos secos. Esa es una de sus señas de identidad y les ha permitido pasar de una producción familiar a interna, a una pequeña industria que en 2023 habrá elaborado más de 300.000 unidades de productos, contando con los propietarios -Paolo y Serena- y otros tres empleados. Así, se han expandido a la Península, Canarias y otros países europeos como Italia, Portugal o Alemania.

Proceso de sellado y envasado del agua de mar. Foto: F.F.

«Todo es natural y fabricado aquí», asevera Paolo, quien destaca la capacidad productiva alcanzada, que les permite elaborar hasta 2.000 barritas diarias en temporada alta e incluso dar salida a una cafetería que sirve, además, de punto de encuentro para ciclistas y amigos que conocen de la existencia de Megarawbar y su catálogo de barritas artesanales, geles y demás productos 100 % naturales.