El Decano del Juzgado de Instrucción de Manacor y el Secretarío presidieron el acto de juramento en el que tomaron posesión de su cargo Bartolomé Perelló, Antoni Ribas y Mateu Fontiroig. El juez de paz de Felanitx, Jaume Caldentey también les acompañó.

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Antoni Ribas, Mateu Fontiroig y Bartolomé Perelló son tres de los últimos jueces de paz que han jurado su cargo en Mallorca. Lo hicieron el pasado miércoles en Manacor ante el Decano Nicolás Alcalaz y el secretario Juan Manuel Fernánez.

Un hecho que años atrás no hubiera tenido más transcendencia pero que el anteproyecto de la nueva Ley de Eficiencia Procesal, de Eficiencia Organizativa y de Eficiencia Digital en la Administración de Justicia ha puesto a la orden del día ya que elimina esta figura de la carrera judicial dos siglos después de su creación. Esta ley, aún pendiente de aprobación, podría suponer pues la desaparición de los jueces de paz. «Esto podría tener el efecto contrario y ralentizar aún más la justicia», explica el titular de juez de paz de Felanitx, Jaume Caldentey.

Estos juzgados son órganos unipersonales que se encuentran solo en aquellos municipios donde no hay Juzgado de Primera Instancia e Instrucción y asumen competencias de menor importancia como puedan ser los matrimonios, aunque también tienen capacitación judicial. «Para nosotros es un orgullo ser jueces de paz ya que supone un reconocimiento por parte de nuestro pueblo», manifestó el nuevo juez de paz titular de Montuïri, Antoni Ribas.

Son los ayuntamientos los encargados de proponer los nombres de quienes ocuparán este cargo. Tanto para el Decano como para el Secretario que acompañaron a los nuevos jueces estas figuras «son muy importantes en los pueblos ya que representan al hombre de confianza para los vecinos y realizan una función muy importante que a veces no se ve».

Historia

Los jueces de paz eran conocidos como «los hombres buenos», aquellas personas en las que se podía confiar y que mediaban entre partes para no tener que llegar a juicio. Una función que siguen ejerciendo. Sin embargo, los mismos jueces reconocen que de otra manera. «Es cierto que la gente mayor recuerda aún la esencia de esta figura, lo que hace que la perciba diferente y la valore más», lamentan.

Sin embargo, aunque siguen siendo «mediadores de la calle» ahora sus funciones son más administrativas y se centra en matrimonios, nacimientos o defunciones. «En los pueblos seguimos recibiendo a gente que nos piden soluciones. Nuestra tarea es difícil pues solemos lidiar con dos versiones de un mismo hecho y con dos verdades, y es que todo depende de como se mire», explicó Caldentey.

Por lo que se refiere a requisitos, un juez de paz no tiene que ser licenciado en derecho ni superar ninguna oposición pero sí hay algo imprescindible para serlo. «Un juez de paz debe ser siempre buena persona», concluyen. Una característica que comparten los tres nuevos jueces de paz de Mallorca. Quizá, los últimos a los que veremos jurar su cargo.