El contrabando ocupó es Llombards desde el principio y hasta el final de siglo pasado. Empezó con café, piezas de motos o penicilina. Al final, el tabaco se quedaría con todo el mercado. | Cati Amores

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Los secretos mejor guardados del contrabando en Santanyí se destaparon este pasado fin de semana. Pero lo hicieron solo por un rato y solamente para la cincuentena de vecinos del núcleo de es Llombards que el pasado sábado participaron de una ruta organizada por el Ajuntament. De la mano del investigador y escritor, Tomàs Mut, los participantes pudieron conocer los entresijos de este comercio prohibido y descubrir hasta cuatro de estos «secretos» desde Cap Salines hasta Es Màrmols. Lugares donde los arrieros dejaban la mercancía antes de llevarla al pueblo y repartirla por toda la isla.

«Con esta iniciativa queríamos que la memoria y aventuras que vivieron nuestros abuelos no se pierda», explicó el alcalde pedáneo de la localidad, Miquel Cabrer. Sin embargo, matizó que «tanto nosotros como el guía de la excursión e investigador, Tomás Mut, queremos que sigan siendo secretos ya que forman parte del patrimonio etnológico de nuestro municipio y no queremos que las masas puedan destruirlo».

Después de la salida, la jornada se completó con una conferencia del mismo Mut quién lleva desde el 2012 entrevistando a contrabandistas de la época para conocer su manera de trabajar y como funcionaba el mundo del contrabando.

Relato

La historia más reciente del pueblo está fuertemente ligada al mundo del contrabando. «Nuestro pueblo tiene una buena ubicación para el contrabando lo que hizo que en su día y en relación al número de habitantes, es Llombards fuera uno de los puntos de Mallorca con más contrabandistas y arrieros», explicó Miquel Cabrer.

El contrabando ocupó es Llombards desde el principio y hasta el final de siglo pasado. Empezó con café, piezas de motos o penicilina. Al final, el tabaco se quedaría con todo el mercado.

Los barcos grandes quedaban en medio del mar para que los pescadores locales fueran con sus barcas a buscar los fardos. Una vez en tierra se guardaban en estos «secretos» para no cargarlos de una vez. Centenares de estos lugares se esconden en la costa de Santanyí. Algunos ya no son un misterio, sin embargo, aún hay otros muchos que sí. «Hay gente que sigue guardando silencio en relación a estos espacios. Algunos se han perdido por olvido y otros, solo quien vivió la época sabe dónde se encuentra, por si el hambre volviera a llamar a la puerta», concluyó Cabrer.