Maria A. Cladera, en las escaleras que llevan a la Font de sa Canaleta. | Juanjo Roig

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Maria Antònia Cladera (Inca, 1994) es conservadora y restauradora de bienes culturales, además de haber intervenido en diferentes iniciativas en Alcúdia, Alaró, sa Pobla, Manacor o Marratxí, ahora dirige los trabajos de restauración y conservación de los qanats de Inca, un sistema de la época islámica de recogida y canalización de agua subterránea a través de galerías que se encontraba en total abandono.

¿Cómo se pueden definir los qanats de Inca?
— El sistema hidráulico consta de dos pozos a los que vendrían las venas de agua y, a partir de ellos, se canaliza el agua hasta la calle des Grifó. Desde ahí, antiguamente y a través de una canal se llevaba el agua hasta la plaza del Bestiar, conocida en el pasado como la plaza de la Font. El primero de estos sistemas tiene un recorrido de unos cien metros, mientras que el segundo es de unos treinta metros de longitud. Además constan varios pozos de aireación.

¿Cómo ha sido su funcionamiento con el paso de los años?
— Se trata de una construcción de la época islámica, aunque fue muy modificada en el siglo XIX, sobre 1850. Los qanats funcionaron hasta que se destruyeron los abeuradors, quizá porque el sistema ya estaba en malas condiciones, y con la llegada de canalizaciones más modernas, en torno a 1950. Los vecinos de la calle des Grifó dicen que a principios del siglo actual hubo una gran tormenta y el agua entró en sus casas, por lo que suponemos que en momentos de mucha acumulación de agua estas fuentes podrían volver a brotar.

¿En qué situación se encuentra ahora el conjunto?
— Es estable, hay algunos derrumbes del túnel pero no son estructurales, es decir, no son graves. Con pequeñas intervenciones de consolidación y mantenimiento que llevaremos a cabo junto al albañil Biel Ferragut volverá a estar en buen estado. Cuando se urbanizó la zona de So na Monda uno de los pozos quedó totalmente sepultado porque depositaron toneladas de tierra. Ahora es el problema más grave y se tendrá que solucionar con una operación casi de forma manual.

¿Por qué se realizaron tantas modificaciones en el siglo XIX?
— En 1850 se registró una gran sequía en toda la isla y es cuando se realizaron estas modificaciones en los qanats de Inca. Además de haber reformado el qanat, hay tramos en los que se rebajó el techo, por lo que la obra de mejora fue destacada. También fue un año en el que se intervino en la Font Vella, con el objetivo de poder obtener agua en una época en la que escaseó. Es algo a lo que ahora no le damos importancia pero en ese momento era vital.

¿Una vez finalizada la restauración está previsto que se pueda visitar?
— En los primeros días de nuestra intervención ya se ve un poco más dignificado todo el entorno de las dos entradas a los qanats. Ahora actuamos en el principal aljibe y en las siguientes semanas encaremos el otro para poder habilitar el recorrido. Calculamos que a mediados de noviembre habremos acabado con la primera fase del proyecto y la segunda esperamos poderla realizar el año que viene. El objetivo es que se puedan visitar y que los ciudadanos conozcan este elemento.

¿Qué dificultades o sorpresas se están encontrando en estos primeros días de trabajo?
— Hemos detectado algunas intervenciones recientes que no estaban documentadas y que parecen haberse realizado cuando ya era un elemento catalogado, como el uso de hormigón en lugar de mortero de cal en el arco de entrada a la Font de sa Canaleta, por poner un ejemplo. Si nos vamos más atrás en el tiempo, hemos localizado un sistema eléctrico con cableado que se hizo por algún motivo y de la que tampoco hemos encontrado documentación.

¿Para una restauradora, que se solapen varias épocas en un elemento es una suerte o un mal de cap?
— Los qanats son un ejemplo de que los humanos acabamos reutilizando las mismas infraestructuras que ya se usaban en la época islámica. Si hoy en día este sistema estuviera habilitado aún nos podrían servir, lo que ocurre que ha bajado el nivel del agua y nos encontramos con otras casuísticas, como el cambio climático, que las han dejado en el olvido. No estaría mal plantearnos las razones por las que, hoy en día, perdemos tantas aguas subterráneas y no las podemos aprovechar mejor como hacían nuestros antepasados.

¿Qué supondrá para Inca la restauración de sus qanats?
— Tendrá un gran valor pedagógico. Se quiere hacer un camino escolar, el centro de salud va a ajardinar los accesos y, en general, creo que contribuirá a revalorizar esta zona que hasta ahora era casi un vertedero.