La fuerza del agua arrasó con todo lo que encontró a su paso y lo llevó mar adentro. | Pedro Riera

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La catástrofe que azotó el Llevant de Mallorca el pasado 9 de octubre (este martes hace seis meses) también tuvo sus consecuencias en el fondo del mar. La fuerza del agua, que desembocó en s’Illot, arrasó con todo lo que encontró a su paso y depositó en el fondo marino hamacas, sombrillas, contenedores, árboles de gran tamaño, carritos de la compra, bicicletas e, incluso, alguna muñeca o patinete infantil.

Así lo ha plasmado en sus instantáneas el fotógrafo Pedro Riera que se sumergió en la playa de s’Illot, por primera vez, unas tres semanas después de la tragedia. «La primera vez que me sumergí en la playa de s’Illot después de la torrentada me impactó mucho todo lo que vi», cuenta Riera que señala que «después, me he metido en el agua muchas más veces y en cada ocasión e intentado fotografiar todo lo que pude de la manera más artística posible porque mi intención era que la gente quisiera ver la basura que hay para crear más impacto». Y lo consiguió. Riera se sumerge en el mar, cámara en mano y realiza sus inmersiones, normalmente, a pulmón. Dice que de esta manera tiene más libertad y puede captar los detalles. En la zona de s’Illot ha encontrado cientos de objetos por lo que ahora planea, junto a los miembros del Club Perles de Manacor, que realiza actividades subacuáticas, y el Centre Skualo de Porto Cristo, una limpieza del fondo marino.

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De hecho, estas dos entidades ultiman ahora los detalles con el Ajuntament de Manacor para poder realizar la limpieza antes del inicio de la temporada turística. Riera cuenta que «lo más importante es sacar del agua las hamacas o restos contaminantes que hay en el fondo marino. Los árboles son materia orgánica y no dañan el ecosistema». Aún así, el fotógrafo también puntualiza que «las ramas de algunos de estos árboles sobresalen de la arena donde están enterrados los ejemplares y pueden provocar accidentes entre los bañistas, en estos casos también intentaremos retirarlos».

Como curiosidad, Pedro Riera cuenta que algunas sombrillas o árboles ya forman parte del hábitat marino y los peces viven en su interior. La naturaleza se ha adaptado a los cambios.