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Binissalem es hoy por hoy sinónimo de vendimia, el topónimo del pueblo va sin lugar a dudas ligado al vino y a ello ha contribuido sin dudarlo la fantástica Festa des Vermar que desde hace 45 años celebra la vendimia coincidiendo con la llegada del otoño.

Binissalem vivió ayer su día grande que pone fin a quince días de actos festivos en los que la participación ha sido la nota predominante.

Pasaban pocos minutos de las diez de la mañana cuando las autoridades se arremolinaban a las puertas del Ajuntament llegadas de todos los pueblos de Mallorca. El alcalde, Jeroni Salom, cedió la vara de mando a la presidenta del Consell de Mallorca, Francina Armengol, el político de mayor rango en la fiesta. Hasta las el Ajuntament se desplazaron también los vermadors y vermadores que acompañadas por el Tall de Vermadors iniciaron el desfile hacia la iglesia marcando así el inicio de un rito que se mantiene desde hace décadas.

El Tall de Vermadors fue también el encargado de ofrecer sus bailes a Santa Maria de Robines en el interior del templo parroquial durante la misa oficiada por Mossèn Llorenç Lladó. A la salida del oficio, en las escalinatas de la iglesia se procedió al pesado del tradicional concurso de racimos del que resultó vencedor el binissalemer Pere Moyà con un racimo de 2 kilos y 900 gramos. Juan Reus y Ramon Garcia Vall se repartieron el segundo y tercer premio empatando con racimos de 2 kilos y 500 gramos.

Tras la pesada, presentada por Maria Antònia Bibiloni, los vermadors y vermadores realizaron la ofrenda de mosto a Santa Maria de Robines, tradición instaurada en el año 1973. Los vermadors Jaume ToniComas y Miquel Àngel Urbano, se metieron en la cuba y para pisar la uva. Una vez obtenido el mosto las vermadores Catalina Victòria Moyà, Mena Biniloni y Sabina Pons, se sumaa la ofrenda.

El baile de los gigantes y del Tall de vermadors, cerró el acto de la iglesia dejando el protagonismo a la Fira des Vi y la Fira des Vermar.