Este año había diez patos con un premio de cinco euros y otros diez, con diez euros de recompensa, además de las botellas de cava, vino y hierbas que lanzaron las autoridades municipales desde la barca a los cientos de nadadores que se reunieron a las doce del mediodía en las inmediaciones del puerto.
En las rocas, la expectación era máxima, padres y madres, abuelos y abuelas esperaban a sus pequeños para ver la cantidad de patos que habían podido conseguir, otros decidían lanzarse al agua con un colchón o una barca de plástico para ver si podían llegar con facilidad a algún lanzamiento lejano. Pero al final todos contentos, grandes y pequeños, tras pasar unas horas de recreo y diversión en remojo.
Este año los patos eran diferentes, eran «muy simpáticos» como decía un niña a su padre, y es que entre los diferentes modelos de goma había surfistas, socorristas u otros dos que llevaban gorro con bufanda o collar.
En el cuarto año de la suelta de patos de goma, fueron 300 los ejemplares de 'animales' que se lanzaron al agua y en 20 de ellos había un premio seguro. La Junta de Distrito, repartió 150 euros en premios. Un año más la gran afluencia de gente convirtió la suelta de patos de la Colònia, con más de 60 años de tradición, en uno de los mayores atractivos de las fiestas que tuvo en las carreras de joies de la tarde y la tradicional excursión en piragua por la zona, otros de sus puntos más interesantes del programa festivo. Lejos de polémicas, ha tomado más fuerza a pesar de que muchos esperan premios más sabrosos.
Actos
La XVIII edición de la carrera entre ses Salines y la Colònia también contó con la participación de más de un centenar de atletas, convirtiendo los seis kilómetros que separan los dos núcleos en una buena pista de atletismo. En la noche de ayer, para terminar los actos festivos estaba prevista la suelta de cohetes en Cala Galiota.
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