Un rebaño de ovejas en una finca situada entre Binissalem y Lloseta, con los Tossals Verds nevados al fondo.

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ANTONI POL Las lluvias persistentes que han caído sobre Mallorca durante los últimos meses no solo han afectado a la siembra de cereales y de la patata, sino que también han tenido consecuencias sobre la ganadería. El ganado nota el frío y sufre sus efectos. Prueba de ello son las bajas que se han producido en algunos rebaños de ovejas, que en ciertos casos han llegado a ser importantes.

«La enfermedad más común es la pasterelosis, un tipo de neumonía bacteriana causada por el cambio de temperatura», explicó Bartomeu Palou, vicepresidente del Col·legi Oficial de Veterinaris de les Illes Balears. Palou reconoció que el incremento de animales muertos ha sido «considerable», pero también desigual. Hay rebaños que a penas han sufrido bajas y hay otros en qué han muerto hasta un treinta por ciento de ovejas. El caso más hiriente sea, probablemente, el de un ganadero de Campos, cuyo rebaño de casi 800 ovejas se ha visto reducido a prácticamente la mitad. La causa: una bacteria, «aunque no puede señalarse el agua como causa directa de la aparición de la bacteria», aclaró su veterinario. «Cabe entender el frío y los cambios de temperatura como un factor predisponente», dijo.

Por supuesto, la buena salud de un rebaño no sólo depende de las inclemencias meteorológicas, sino también de su alimentación. «La muerte de animales guarda relación con las carencias nutricionales, que a su vez causan deficiencias inmunitarias. Luego las bacterias atacan con más facilidad y pueden llegar a provocar la muerte al animal», explicó Palou. La mayoría de animales que mueren son los viejos. «Es la selección natural, caen los más débiles y sobreviven los fuertes», dijo. El problema es que el frío y las lluvias también han tenido consecuencias sobre la nutrición de los rebaños. La elevada humedad del suelo ha impedido que las máquinas puedan entrar en las fincas y que los ganaderos siembren los pastos para el ganado. En los casos donde los terrenos ya se habían sembrado, los agricultores no pueden dejar entrar el ganado porqué de hacerlos dañaría el pasto.

A pesar del incremento de bajas, Palou quitó hierro al asunto: «Cuando acabe el frío se interrumpirán las muertes. Es algo parecido a lo que nos pasa a los humanos en invierno con la gripe. Ahora hay que dar comida a los animales e intentar protegerles del frío poniéndolos a cubierto», dijo. Por otra parte, Palou recalcó que el surgimiento de estas deficiencias «no afecta para nada la calidad de la carne del animal ni la salud de los humanos que consuman».

«Mal de potó»
Otra de las enfermedades asociadas al ovejuno relacionada con la lluvia es el mal de potó. Aunque ya se ha detectado algún caso, el número de animales afectados por esta enfermedad es muy bajo.

El mal de potó lo provocan unas bacterias que contiene el barro y que llegan a causar heridas graves en las pezuñas de las ovejas». Esta enfermedad tampoco tiene efectos sobre los consumidores y desaparecerá cuando no haya barro.