El pasado verano ya se produjeron problemas de vertidos de aguas residuales en la playa de Cala Sant Vicenç.

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ELENA BALLESTERO/R. P. F. Los bañistas y vecinos de Cala Molins se quejan de que las aguas sucias de un hotel y una serie de comercios desembocan en el mar. Los malos olores, la espuma que se acumula junto a las rocas e incluso algunos objetos sospechosos de color marrón, han levantado las críticas de veraneantes y vecinos que no entienden cómo puede producirse este hecho después de concluir las obras faraónicas de alcantarillado que afectaron a la zona hace menos de un año.

El concejal de Medio Ambiente del Ajuntament de Pollença, Biel Cerdà, ha criticado que «el año pasado, cuando se hicieron las obras de alcantarillado se olvidaron de hacer este tramo, que ni siquiera figura en los planos». El Ajuntament de Pollença trabaja ahora en la ubicación de una estación impulsora que bombeará las aguas sucias desde el hotel y los bajos comerciales hasta la estación central de Cala Sant Vicenç, que está conectada a la depuradora de Pollença. Las obras costarán a las arcas municipales siete millones de pesetas, pero darán solución al problema en el plazo de una semana.

Sin embargo, puede surgir un problema añadido, ya que la depuradora se encuentra en estos momentos al límite de su capacidad máxima. Las instalaciones están preparadas para depurar 7.300 metros cúbicos al día, una cifra que se roza ahora y que seguramente se verá superada cuando lleguen hasta ella las nuevas aguas sucias de la zona de Cala Molins. Así se lo ha hecho saber el concejal Biel Cerdà al Institut Balear de Sanejament (Ibasan), que estudiará si es necesario ampliar las instalaciones. Los problemas de vertido de aguas sucias al mar en esta zona se remontan a tiempo atrás, si bien se pensaba que al construirse la red de alcantarillado quedarían totalmente solucionados.