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No es divertido. Enfrentarse a este pim-pam-pum pandillero en comisiones, en ruedas de prensa y en el pleno no tiene ninguna gracia. Se ha instalado la estrategia del insulto y es una malísima señal. Lo vivido este jueves fue la culminación de una escalada que poco tiene que ver de dialéctica. Que el regidor de Mobilitat, Antonio Deudero, finalizara su intervención con un «me gusta la fruta» dirigido hacia la regidora Neus Truyol fue de una bajeza propia de un twittero enfurruñado.

El grito de Isabel Díaz Ayuso ‘me gusta la fruta’ ya es sinónimo de ‘hijo de puta’ y así se utiliza en las redes. Desde Vox se hicieron llegar quejas: «Es que la izquierda nos ha llamado fascistas». Fuentes de la izquierda han señalado que «una cosa es mencionar la ideología y otra, el insulto personal». La definición de ‘fascista’ es aquella persona partidaria de un sistema político autoritario, totalitario, nacionalista, militarista y anticomunista. A lo mejor hay que hacer un test al estilo de la revista Superpop para saber si uno es fascista o no. En cuanto a hijo de puta, se trata de un insulto soez y ‘me gusta la fruta’ se ha convertido en un eufemismo de cuño madrileño.

No deja de ser curioso que hace unos meses se reclamara el decoro en los plenos. Lo de este jueves fue un circo de tres pistas, un Sálvame municipal que ya venía caliente de la semana pasada, en la que el regidor de Urbanismo, Óscar Fidalgo, había atacado de forma furibunda (y enrevesada, según los periodistas allí presentes) el Plan General. Y de paso al equipo de gobierno anterior. Truyol estaba en su diana. Cansan las ruedas de prensa en las que se ocupa más tiempo en criticar que en informar. La gente no quiere salseo, sino un sueldo digno, dormir por las noches, una vivienda digna y asequible. Se ruega serenidad y conciliación. Los palmesanos no nos merecemos esto.