Imagen de la playa de Ciutat Jardí, el pasado mes de agosto. | Pere Bota

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Hasta nueve veces han tenido ya que cerrar alguna de las playas de Palma en lo que llevamos de 2023 a causa de los vertidos fecales por un exceso de lluvias. Y con estas nueve, ya son dos veces más que los siete cierres que se registraron en todo el año pasado. «Cuando se producen lluvias torrenciales es una tarea muy dificultosa evitar o conseguir un vertido cero», reconoce el gerente de Emaya, Lorenzo Morey, que asegura que su intención es trabajar ahora y en el futuro para minimizar los vertidos.

Por un lado, señala la importancia de seguir separando las redes de pluviales y de alcantarillado de toda la ciudad. Por otro, añade, «hay que mejorar las Estaciones Impulsoras, y la capacidad del tratamiento de las depuradoras, además del sistema de tanque de laminación».

Para llegar a cerrar una playa no sólo interviene la saturación de la red de Emaya, también el estado del mar sería definitivo, por poner un ejemplo. Pese a todo, Morey reconoce que «el creciente aumento de las lluvias torrenciales por el cambio climático dificulta el control de los vertidos». Para paliarlo se trabaja junto con el Ministerio de Transición Ecológica desde hace años quien debe invertir en una nueva depuradora. En 2022 se puso en marcha el tanque de laminación de la EDAR 2, con capacidad para 50.000 metros cúbicos que, asegura el gerente de Emaya, ha recogido ya 600.000 metros cúbicos, «lo que supone 700 toneladas de material contaminante retenido que no se ha vertido al mar».

Sin embargo queda pendiente de ejecutar una de las más importantes líneas de actuación, como es la construcción de un nuevo emisario, con un tramo submarino de 5 kilómetros de longitud, que según Morey, el Ministerio todavía debe de presupuestar. Lo que sí se ha hecho ya es adjudicar la ampliación de la depuradora, prevista para principios de 2024.

Una de las propuestas de mejora, todavía pendientes, trata de servirse de las nuevas tecnologías para monitorizar la calidad de las aguas. Está enmarcada dentro del plan de digitalización del agua y es un sistema de monitorización en continuo, las 24 horas, que ya existe en la playa de Can Pere Antoni y que quiere reforzarse con tres equipos adicionales para hacer un seguimiento a tiempo real.