Estado actual del edificio, que lleva varios años abandonado casi en su totalidad. | Teresa Ayuga

TW
15

Can Roca Suau encara una nueva vida: de fábrica de conservas de finales del siglo XIX a albergar la famosa discoteca Asai y ahora, viviendas de lujo en el Casc Antic. Será la tercera vida de este edificio que ha conocido mejores tiempos en la Porta de Santa Catalina. El edificio, que se construyó en 1850, ha estado abandonado en gran parte desde 2008, cuando cerró la conocida sala de fiestas. Ahora un grupo inversor ha adquirido el 80 por ciento del edificio por cuatro millones de euros, en el que construirá viviendas de lujo. El 20 por ciento restante es de un propietario mallorquín que posee la primera planta y un local donde se aloja una galería de arte.

Este edificio es un ejemplo de arquitectura industrial y su planta baja fue utilizada desde su construcción como fábrica de licores y conservas, mientras que en los pisos superiores había viviendas. El industrial Bartomeu Roca Estades encargó la construcción de este edificio bajo la supervisión del maestro de obras Josep Abrines. Cuando murió Roca Estades, una parte de la empresa pasó a sus hijos y la otra, a su yerno Joan Suau, que heredó este inmueble y fue donde creó el licor estomacal Santa Cruz, el mismo nombre de la parroquia vecina. Ahora la fábrica de licores Suau está en el Pont d’Inca.

Tras su primera vida, llegó la segunda reencarnación de Can Roca Suau: a partir de 1976 sus bajos se convirtieron en una sala de conciertos, gestionada por Miquel Jaume de Trui. Después llegaron las discotecas Marengo, Kremlin, Sala 54... Hasta que en junio de 1989 se convirtió en la sala Asai, de la mano de Miguel Anadón. Llegaron 18 años de fiesta nocturna en este edificio, hasta que en la noche de Reyes de 2008 cerró sus puertas para siempre. ARCA reclamó ese año su conservación, como ejemplo de tesoro patrimonial y arquitectónico que debía preservarse.

PALMA - MARCHA NOCTURNA EN LA SALA ASAI DE PALMA.
Interior de la sala Asai, que cerró en 2008.

Una promotora pretendía derribar el edificio para hacer viviendas nuevas, siguiendo el estilo de los edificios con arcadas del Passeig Mallorca. Sin embargo, el Ajuntament de Palma protegió el inmueble. La SAREB se hizo con el 80 por ciento del edificio, mientras que el 20 por ciento restante pertenece a un propietario mallorquín, que cuenta con la primera planta y un local. Durante estos años ha habido varios inversores interesados en hacerse con todo el inmueble, situado en un lugar estratégico de Palma y con el carácter de la arquitectura burguesa de finales del siglo XIX.

Lujo

Según Harley James Bristow, propietario de la inmobiliaria Building Palma, que ha gestionado la operación de venta, «se construirán apartamentos de lujo y aparcamientos» en la parte adquirida. Arranca así la tercera vida de este edificio.