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Ante las condiciones adversas que se respiran en la superficie, los vecinos del barrio de Canamunt han decidido refugiarse bajo tierra para poder seguir viviendo en el barrio y así, celebrar sus verbenas. Con esta premisa distópica, repleta de ironía, han presentado las fiestas de Sant Rescat, bajo el título de Canamunt Underground. Este viernes arrancan las celebraciones de la barriada después de llevar semanas calentando el ambiente con carteles donde los residentes, bajo nombres ficticios, hablan maravillas de ese futuro apocalíptico que, dicen, ya es presente.

«Todos los años tratamos algún tema, como el turismo o la vivienda. Ante la invasión de turistas, este año hemos optado por plantear un futuro en el que los vecinos se refugian en el subsuelo», dice Carmen Verdaguer, miembro de la entidad vecinal. Así, los diferentes vecinos declaran con sorna que «dormimos toda la noche, no se siente una mosca». O hacen referencia a «franquicias, cruceros y heladerías son parte de un pasado enturbiado». Otros hablan de encontrarse «con gente conocida» en los parkings subterráneos, «nada que ver con la vida en la superficie». La temperatura constante del subsuelo o la posibilidad de vivir en un aparcamiento sin tener que pagar alquiler son otras de las ‘ventajas’ que ven los vecinos de Canamunt a su repliegue bajo tierra.

Los vecinos de Canamunt se imaginan una vida distópica en el subsuelo

«Los residentes tenemos cada vez menos espacio mientras nos acecha el cambio climático, en un verano insoportable donde hay cada vez más turistas. Por eso nos escondemos», insiste con cierta sorna Verdaguer. Aunque cada año quedan menos vecinos, que se terminan yendo a otros barrios, las fiestas de Sant Rescat cuentan con muchos visitantes. «Tenemos cine al aire libre y un sopar a la fresca esta noche en la plaza Quadrado, que otro día se repetirá en el Banc de s’Oli», explica Verdaguer.

Los vecinos de Canamunt se imaginan una vida distópica en el subsuelo

Sin agua

Las fiestas patronales son aprovechadas por este barrio para hacer sus propias reivindicaciones. «Estábamos organizando los juegos infantiles y habíamos solicitado al Ajuntament de Palma un metro cúbico de agua, pero nos lo han denegado por estrés hídrico. Esto también le ha sucedido a los vecinos de la plaza de los Patines. A los juegos infantiles se les deniega el agua pero luego hacemos promoción turística, que consume más que nosotros», se lamenta. «Cada año, dos o tres conocidos acaban dejando la barriada. La gente, aún así, tiene ganas de hacer cosas y no solo quejarse», dice. El truc y la verbena se convierten así en un acto de protesta.